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Voto de Quatermain80:
9
Drama Inglaterra, Edad Media. Macbeth es un noble caballero escocés. Un día, después de una batalla en la que se gana el favor del monarca, encuentra a tres brujas que le profetizan que algún día llegará a ser Rey. Después del cumplimiento de otras dos profecías formuladas por las brujas, inevitablemente Macbeth se pregunta cómo podrá cumplirse la tercera, ya que el Rey Duncan todavía esta vivo y, además, tiene dos hijos que pueden heredar el ... [+]
7 de diciembre de 2009
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando algún director de cine logra hacernos sentir emociones y sensaciones muy poderosas tan sólo con un sabio empleo de las imágenes, y es en estas contadas ocasiones cuando el espectador experimenta todo el placer que el séptimo arte puede conjurar. En mi caso, esas sensaciones me las producen un puñado de creadores entre los que destaca, señaladamente, Orson Welles. Las películas de este genio gozan siempre de una atmósfera particular, ajustada a lo que él quiere mostrar en una historia, y ello las hace singulares e irrepetibles.

Nada diré acerca del argumento de "Macbeth"; basta decir que es una obra de Shakespeare, y como tal muestra con brillantez sentimientos tan humanos como la ambición, la envidia y la venganza, además de crear sublimes malvados atormentados. Welles adapta eficazmente la historia, pero su sello se plasma en la concepción visual de la misma. La atmósfera que emplea es similar a la de un cuento o pesadilla; la noche predomina sobre el día, que cuando aparece lo hace cubierto de nubes, con una luz irreal, fantasmagórica. Los árboles y las rocas están desnudos, retorcidos, y el palacio se asemeja a una gruta infernal, plagada de luces y sombras, que son hábilmente proyectadas contra los rostros de los actores. La composición de cada plano, el contínuo recurso a la alternancia de ángulos y la soberbia puesta en escena contibuyen a transmitir con total eficacia el tema de la obra.

En cuanto a las interpretaciones, Welles se reservó la principal, realizando una notable labor al transmitir la nublada ambición de Macbeth, así como su atormentada conciencia. A su altura brilla Jeanette Nolan, que compone una fabulosa e infernal Lady Macbeth, al borde de la locura. El resto del reparto cumple muy bien, siendo notables las caracterizaciones de Ross y de las brujas, cuyas escenas, aunque breves, resultan soberbias.

En definitiva, otra magnífica demostración artística de Orson Welles, quien pareció empeñarse en probar que el cine, al igual que los hombres (según dejó escrito cierto autor), está hecho de la misma materia que los sueños.
Quatermain80
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