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Voto de Quatermain80:
7
Serie de TV. Thriller Miniserie de TV (1987). 7 episodios. La historia se centra en la vida de Magnus Pym, desde su infancia hasta el final de su carrera.
17 de julio de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son ya innumerables las ocasiones en las que se han adaptado obras de John Le Carré al cine o a la televisión, y es de agradecer que, más allá de las preferencias que puedan establecerse, la calidad media de tales adaptaciones sea, en general, apreciable. Creo que ello puede atribuirse a la fidelidad con la que tales propuestas se aproximan al espíritu de las novelas del escritor, siempre más interesado por los personajes, por sus dilemas, inquietudes y debilidades, que por la trama en sí, habitualmente nada espectacular.

Esta serie, de siete capítulos, retoma el testigo que tan alto dejaron adaptaciones televisivas previas como “Tinker, Taylor, Soldier, Spy” (“El Topo”) o “Smiley’s People” (“Los hombres de Smiley”), y aunque en mi opinión no llega a tal nivel, no les anda muy lejos. El argumento se centra en la figura de Magnus Pym, espía británico que tras muchos años en el servicio secreto desaparece, encontrando refugio en un anodino rincón de la costa, desde donde escribirá –y de paso nos contará- su autobiografía. Ello sirve para reflexionar en torno a temas como la traición y el fingimiento, rasgos fundamentales de una vida impostada que, aunque estimulantes durante mucho tiempo, son también fuente de inquietud y autodestrucción.

La serie aborda con el habitual reposo de Le Carré la descripción de los personajes, de sus rasgos fundamentales, siendo especialmente relevantes, aparte de Magnus, su padre, un estafador consumado; Axel, su amigo y agente del Este, con el que colaborará; Jack, quien le introduce en el espionaje, apadrinándole. Todos ellos viven en un mundo de apariencias, un mundo en el que la mentira, la hipocresía y la traición están a la orden del día. Especialmente relevante es la figura de Rick, el padre, que desde la más tierna infancia introduce a Magnus en ese ambiente, y cuya muerte es, consecuentemente, la que desata a Pym, la que lo “libera”, dando pie al ajuste de cuentas con los demás, pero sobre todo consigo mismo, que constituye su autobiografía.

En esa búsqueda definitiva de razones acerca de si mismo y de su conducta, definida por la traición (pues a todos los personajes Pym los traiciona, de alguna manera y en algún momento), Pym revisa su vida, dedicando bastante atención a su infancia y juventud, que en la serie ocupan al menos tres capítulos. Quien busque en ellos acción emocionante o tramas intrigantes de espionaje, que no insista, pues no los encontrará, ni tampoco en los restantes. Lo que importa aquí es cómo se forja un carácter en unas determinadas condiciones, y cómo estas convierten al sujeto en cuestión en un espía perfecto. Considerando a qué condiciones nos referimos, el mensaje crítico de la historia no puede ser más evidente, vinculando así a Pym con otros personajes de Le Carré, siempre un punto angustiados o hastiados por lo que hacen, aunque sean conscientes de que son los mejores haciéndolo.

La realización, convencional, se centra, al igual que la novela, en los personajes, excelentemente definidos por el guión, que logra una notable adaptación, y bien interpretados por el reparto, del que destacan Ray McAnally y Peter Egan. El ritmo es siempre pausado, dando pie así a momentos reflexivos y a la penetración psicológica en el tratamiento de los personajes, que en ningún momento aparecen ante nosotros como marionetas al servicio de una trama o de la acción, sino como seres de carne y hueso. Espías, al fin y al cabo, como nosotros.
Quatermain80
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