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España España · Valencia
Voto de Ana:
8
Musical. Drama El fantasma de Zero (Normand Fauteux), un azafato gay canadiense que supuestamente fue quien introdujo el SIDA en Canadá, regresa al mundo de los vivos para hacer unas visitas a sus viejos amigos. Mientras tanto, Sir Richard Burton (interpretado por John Robinson) trabaja para el Museo de Historia Natural de Toronto, y está organizando una exposición sobre el SIDA. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados de los 80, cuando el Sida comenzaba a hacer estragos, unos científicos formularon una curiosa teoría. Afirmaron que el paciente cero del sida en Norteamérica, o el primero en transmitir la enfermedad, fue un homosexual francocanadiense. De esta acusación parte el musical "Zero Patience" (Paciencia cero), en el que Sir Richard Burton, científico victoriano que supuestamente encontró la fuente de la juventud y sigue vivo en el siglo XX, investiga -con sus prejuicios victorianos- la historia del paciente cero, un fantasma al que sólo él puede ver.

Es cierto que la película es irregular, que algunos números musicales no están todo lo logrados que deberían, que no es una obra maestra, y que se nota que el presupuesto era ajustado. Pero no se le puede negar que es muy original y muy arriesgada, además de fresca, irónica y divertida. Presenta la muerte, el sida y su complicado tratamiento, y la homosexualidad desde una perspectiva muy diferente a la que estamos acostumbrados: con música y coreografías, pero sin caer en la parodia fácil o la ridiculización, como pasa a veces cuando se unen los términos “homosexualidad” y “humor”. La película además combina con gracia muchos elementos diferentes: toques dramáticos y una historia de amor, críticas feroces y divertidas a la industria farmacéutica, varios desnudos masculinos y hasta unos esfínteres cantarines que discuten sobre el sexo anal en la canción más sorprendente de la cinta.

Así, "Zero Patience" es muchas cosas, aunque es sobre todo un ataque a la utilización de la ciencia, o de una pseudociencia, para reforzar ideas y prejuicios que no tienen nada de empíricos. Desgraciadamente, eso se ha hecho demasiadas veces. Sin ir más lejos, hace unos meses, El País publicó una noticia en la que recogía unas declaraciones del presidente de una federación de médicos católicos. Éstos afirmaban que la píldora anticonceptiva femenina puede tener efectos muy nocivos para el medio ambiente, debido a las hormonas que liberan con la orina. Estas hormonas, decían, también tienen efectos negativos para la fertilidad masculina. Ante esto, sólo nos queda suscribir lo que cantan los protagonistas de la cinta: ¿Cuánta paciencia? ¡Ninguna!
Ana
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