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Voto de Ignatius:
7
6,2
2.719
Drama
Llegado a Hollywood con la vitola de niño prodigio tras una espectacular carrera teatral en Nueva York, incluyendo su famosa representación radiofónica de "La guerra de los mundos", Orson Welles comienza a rodar su primera película con tan sólo 24 años. Fue una cena en la mansión de Randolph Hearst, durante la cual mantuvo una discusión con el gran magnate, lo que le sirvió de inspiración para esta película. (FILMAFFINITY)
6 de junio de 2005
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pasión de Welles o de cómo forjar una leyenda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La sombra de Orson Welles es tan alargada que sirve para preservar la emoción pura del cine del pegajoso calor que respiran muchos empleados de la fábrica de sueños. Cada cierto tiempo, la industria lanza sus redes sobre muchachos inquietos, niños prodigios y otras especies en un vano intento de resucitar la inagotable seducción de un personaje único. Sorprende que Welles no haya sido objeto de más revisiones conciliadoras, de más biopics al uso. A excepción de dos apariciones anecdóticas en Criaturas Celestiales y Ed Wood, nunca había sido el motor de un guión. Por eso, los aficionados recibimos con sumo interés el estreno de una cinta que se atreve nada menos que a destripar los entresijos de Ciudadano Kane. Trompetas al unísono: la mejor película de la historia del cine.
RKO 281, sin llegar nunca a los talones de su cómplice guía, cumple con las expectativas. Resulta interesante su planificación visual y arroja luz sobre episodios de constante polémica entre la cinefilia. La gestación de Ciudadano Kane, la pasión de Orson (discutible parecido aunque eficaz Liev Schreiber) por levantar el proyecto, las maquinaciones del magnate de la prensa William Randolph Hearst, el poder, la corrupción, las tripas del Hollywood más clásico... golosos ingredientes que, por ejemplo, en los fogones de Scorsese se hubieran transformado en un plato de gourmet. Benjamin Ross es un amasador de encargo y, a veces, hay que disimular ciertas tropelías narrativas porque el reparto está en su sitio, los diálogos son más que dignos y la sola excusa de estar hablando de Welles legitiman e insuflan aliento a una historia que tiene palacio, bufón y cortesana incluidos.
Y, no se vayan todavía, faltan los productores del asunto: los señores Tony y Ridley Scott . Así, en plan Gran Hermano, crece la ambigüedad y ya no se sabe qué es ficción y qué es realidad. Poco a poco, vamos encontrando curvas en un film aparentemente plano. Hasta que la secuencia del ascensor nos transporta hacia ¿un camino sin salida?. Soy un mito, soy un monstruo y estoy solo. Todos nacimos el 1 de mayo de 1941.
RKO 281, sin llegar nunca a los talones de su cómplice guía, cumple con las expectativas. Resulta interesante su planificación visual y arroja luz sobre episodios de constante polémica entre la cinefilia. La gestación de Ciudadano Kane, la pasión de Orson (discutible parecido aunque eficaz Liev Schreiber) por levantar el proyecto, las maquinaciones del magnate de la prensa William Randolph Hearst, el poder, la corrupción, las tripas del Hollywood más clásico... golosos ingredientes que, por ejemplo, en los fogones de Scorsese se hubieran transformado en un plato de gourmet. Benjamin Ross es un amasador de encargo y, a veces, hay que disimular ciertas tropelías narrativas porque el reparto está en su sitio, los diálogos son más que dignos y la sola excusa de estar hablando de Welles legitiman e insuflan aliento a una historia que tiene palacio, bufón y cortesana incluidos.
Y, no se vayan todavía, faltan los productores del asunto: los señores Tony y Ridley Scott . Así, en plan Gran Hermano, crece la ambigüedad y ya no se sabe qué es ficción y qué es realidad. Poco a poco, vamos encontrando curvas en un film aparentemente plano. Hasta que la secuencia del ascensor nos transporta hacia ¿un camino sin salida?. Soy un mito, soy un monstruo y estoy solo. Todos nacimos el 1 de mayo de 1941.