Vale, de nuevo voy a ser yo el que le ponga peros a la cosa. He de reconocer que Jennifer Kent casi lo consigue. A pesar de que la premisa de la que parte la película es de sobras conocida, la del típico monstruo bajo la cama, la ambientación, el ritmo y el cuidado por los detalles del que hace gala, sitúan a The Babadook en una liga diferente. El problema es que eso se debería estar volviendo muy sencillo dado el enorme número de films de terror más que deficientes con el que la industria parece obstinada en bombardearnos. Cualquiera diría que rodar una película es gratis, y son cada vez más los malos guiones y las pésimas realizaciones que se cuelan en un mercado lleno de agujeros. The Babadook es distinta; su directora tiene claro cómo contar la historia. Dedica tiempo a los pormenores, porque entiende que es en ellos donde la mayoría de las veces radica la verosimilitud. También parece dedicar el tiempo necesario al casting de los actores, que desde mi punto de vista son idóneos para sus papeles. ¿Por qué digo entonces que casi lo consigue? Porque a pesar de que la historia arranca muy bien, parece estar concebida para algo de menor extensión, como un corto o un mediometraje. A partir de cierto punto Jennifer no parece tener muy claro dónde llegar, y lo resuelve con menos soltura, recurriendo a efectismos algo más manidos y que por un momento rompen el encanto y hacen que pierda el pulso narrativo. El final arregla un poco el desvarajuste, pero llega demasiado tarde para que me levante con la sensación de haber visto algo realmente notable.