Aunque se perdiese bastante el concepto inicial de lo que era "El reportero: la leyenda de Ron Burgundy", por un objetivo meramente comercial, en la siguiente aventura de Adam McKay en los circuitos de la Nascar ("Pasado de vueltas”), resulta interesante visionar ambas aberraciones de la comedia basura.

Se nota que McKay ha trabajado en el "Saturday Night Live" y que sabe lo que es construir un gag funcional. Opta obviamente por la vía fácil: la estupidez, lo soez, lo grosero y lo absurdo.
En sí, "El reportero" es un enorme y divertido gag visual/sonoro de noventa minutos. Eso sí, las neuronas hay que dejarlas a buen recaudo durante su visionado.

Es difícil elegir cuál de los personajes es el más idiota y la situación más descacharrante y vergonzosa. Lo que resulta imposible es defender este filme desde unos valores fílmicos, pero teniendo en cuenta que el cine también tiene que ser entretenido y la comedia divertida, McKay acierta de lleno en la diana durante todo el metraje en esta extravagancia atípica cimentada en el humor grosero puro: construido desde la idiotez.

Su variopinto y funcional casting hace el resto.