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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Drama Bachir Lazhar, un humilde maestro de primaria de origen argelino, es contratado en un colegio de Montreal para sustituir a una profesora que se ha suicidado ahorcándose dentro del aula. En la escuela, Lazhar entra en contacto con un grupo de niños que están muy afectados por el trágico suceso. Pero Lazhar entiende bien el duelo de los pequeños porque él también ha sufrido una gran pérdida. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2012
77 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor defecto de una cinta tan meritoria y estupenda como “Profesor Lazhar” es que quedan todavía muy recientes las olas con las que emergió la indispensable “La clase” de Laurent Cantet. El territorio dramático, no obstante, en el que se mueve la película de Philippe Falardeau es completamente distinto a lo visto y vivido en las aulas en las que tantas veces hemos estado atrapados en la ficción. Se trata de una historia que en realidad es una fábula sobre la educación y la sanación interior de las personas frente a una tragedia que son capaces de comprender.

Resulta difícil unir la pedagogía, la psicología y la educación, que parecen ir por tres caminos totalmente separados en la sociedad. Actualmente el menor es sobreprotegido desde todas sus perspectivas y desde su base primordial: su enseñanza y supuesta educación. El detonante de “Profesor Lazhar” es el suicidio, en la propia aula donde imparte clase, de una profesora. Sus alumnos que no superan los doce años son incapaces de entender esa decisión y dos de ellos ven su cuerpo inerte colgado. Precisamente son ambos los que establecen el dialogo y conexión con el profesor sustituto, un inmigrante argelino que se ofrece para el puesto al leer la noticia en un periódico. Pero esa capa de suave thriller sobre el secreto de una muerte se convierte en el reflejo del misterio que envuelve el pasado de ese ‘profesor Lazhar’. La película, adaptación de la obra de teatro de Évelyne de la Chenelière, trata sobre la imposibilidad de sanación del individuo y más de un joven traumatizado si no existe un contacto físico, propio de nuestra condición y la naturaleza del ser humano.

El fin justifica los medios, y el sentido pedagógico clásico de Lazhar contrasta con los métodos modernos mientras que la sanación de su tragedia personal y familiar cicatriza paralelamente a la de esos pequeños que no entienden por qué la maestra a la que querían decidió abandonarles sin despedirse. La puesta en escena está plasmada desde el transcurso y paso del tiempo y las estaciones. Del duro y gélido invierno al sol primaveral que derrite esa endurecida y enraizada capa de hielo que se había clavado en el corazón de todos los protagonistas. Esta la historia realmente de un triángulo compuesto por Lazhar, el profesor, y sus dos alumnos, Simon y Alice, que son los únicos capaces de restablecer el equilibrio del resto de compañeros de aula.
La película de Falardeau habla de abrazos y despedidas, de honestidad y de continuar el camino pese a las rutas quebradas por las que pasamos en la vida. Un bellísimo y sencillo cuento, plasmado gracias a unas grandes interpretaciones, y un sentido de la sensibilidad y la emoción. Merece la pena, merece la pena dejarse emocionar y enseñar a otros el camino a la catarsis y la paz interior en esa lección de la vida dentro de un(a) aula.
Maldito Bastardo
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