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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
6
Drama Francia, siglo XVIII. El compromiso matrimonial entre el futuro Luis XVI (Schwartzman) y María Antonieta (Dunst) sirve para sellar una alianza entre Francia y Austria. Con sólo catorce años, la ingenua princesa austríaca se ve obligada a abandonar Viena, su familia y sus amigos para instalarse en la opulenta, sofisticada y libertina corte francesa, donde reinan las intrigas y los escándalos. La joven se rebela contra el aislamiento que ... [+]
6 de enero de 2007
193 de 267 usuarios han encontrado esta crítica útil
La “pobre” y delfina austriaca con sólo catorce años es sacada de su reino para cruzar la frontera con Francia y no volver jamás. Esa joven virginal (vestida impecablemente de blanco), que es recibida por los franceses (con atuendos de tonos oscuros), es desnudada al completo. Los franceses no quieren ni sus limpias bragas trabajadas a mano en Viena. Tan sólo la quieren a ella. Y lo peor de todo: tendrá que abandonar lo que más quiere en este mundo, su perrito Mobs.

Con un inicio tan fashion, snob y arrebatado como el del biopic de María Antonieta (pronúnciese en ‘ferpecto’ francés Marie-Antoinette) y sus anacronismos musicales ya anunciados desde sus títulos de crédito, uno tiene dos opciones (o tres para los sadomasoquistas): huir antes de que cierren las tiendas o quedarse a disfrutar del espectáculo.

Aunque uno de los puntos criticables es la banda sonora (con exquisito gusto por cierto) encaja perfectamente en el anacronismo que nos brinda Sofia Coppola.
Si Rian Johnson llevó el cine negro a la high school (“Brick”), la hija del director de “El padrino” va a trasladar el universo hedonista teen al mundo de la nobleza versallesca.

Marie-Antoinette no es más que la chica nueva del instituto que viene con recomendación. Y de la buena, vamos, que tiene comprado ya el premio de la reina del baile de manera vitalicia. No faltará su club de fans en forma de “animadoras” que ayudarán en todo lo posible, la mala malísima con la que no congeniará (Madame du Barry) y que encima tiene un affaire con el director (Luis XV). Y por supuesto tiene que existir ese oscuro objeto impuesto del deseo (Luis XVI), que estará más ocupado haciendo llaves que de darle “mimos” a su nueva novia consorte.

Con este plantel y la pasarela interminable de modelos, zapatos y pasteles sólo se puede sentir admiración o detestar todo que nos muestra la Coppola.
Yo me quedo a medias: algunas veces sus imágenes y puesta en escena respaldada con esa amalgama sonora me resultan hipnóticas y fascinantes y otras creo estar presenciando un anuncio fashion de champán rodado en Versalles con ropa de época.

Aunque algo tendrá esta mujer cuando causa tanta expectación y odio a partes iguales. Cuando los aplausos se funden con los pitidos. Cannes puede dar fe.
De lo que puede dar fe un servidor es que la recta final es simplemente asombrosa. Pocas veces en el cine moderno se han contado tantas cosas con tres secuencias, dos elipsis y un cambio de cuadro. Es donde todo el “anuncio” sobre la decadencia hedonista de un reino pagada con dinero público cobra sentido y la propuesta visual/sonora no resulta en absoluto vacua y olvidable.
Otros directores dirigirían su mirada a la guillotina, Sofia Coppola es coherente con todo lo que ha contado anteriormente y prefiere otro tipo de “despedida” para la reina del baile o "madame déficit", aunque le faltó decir eso de “¡Qué me quiten lo bailao!”.
Maldito Bastardo
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