«Survivor. I am a survivor. /// ¡ZAS! \\\\ Iiii aaaam not aaaa suuuurviiiiiagggggh.»

Lo único que tiene que ver “Feast” como secuela es encajar en el cliché de ‘directamente a dvd’ aunque esta vez sí podría haber sido perfectamente carne de sala de cine. Tiene momentos heavys de casquería y fluidos, donde lo grosero y lo zafio viven en armonía con el humor negro. Los personajes son a cada cual peor y no hay nada que parezca repetitivo.
Esa ruptura con las concesiones al género y al habitual molde de cintas similares de su primera parte son síntomas positivos ya que “Feast 2” es una in-hilvanada cinta con secuencias que funcionan por separado y coaguladas en sangre exploitation.

Olviden el argumento ya que poco importa si hay muertes y buenas secuencias violentas y gore cosidas y tejidas en charcos de sangre. No se preocupen de sacar pegas a argumentos imposibles, de boicotear los puntos de giro o la forma del guión en dar información o conducir a personajes a la acción porque se solaparán las referencias múltiples y sexuales con monstruos a granel. El filme de John Gulager me parece el mejor de los tres al considerarlo un vómito directo a la cara del espectador acostumbrado a esperar con vehemencia cualquier contingencia aterradora. Es simple y llanamente sangre, sexo, humor negro y vísceras con una mínima continuidad generada del survival horror.

“Feast 2” mira de reojo al género con esos ‘momentos equipo A’ en la recta final que puede recordar al del otro ‘momento equipo A’ de “El amanecer de los muertos” de Zack Snyder. Desde la presentación de personajes hasta su desenlace “Feast 2” es fiel a sus ideas: desde bebés a la tercera edad nadie está a salvo de ser la víctima siguiente y he aquí un juego de roles donde el héroe es el primer plato en vez del postre. Técnica que ya era la carta de presentación del menú de “Feast”.

Pero lo mejor de “Feast 2”, aparte de sus innumerables mutilizaciones y autopsias exploitation, son unos excelentes títulos de crédito finales…que enlazan con la presentación habitual de la trilogía en esos insertos en fotogramas de ‘menor calibre’. Disparos efectivos a entonar cierto cultismo pero no veo a los filmes de John Gulager en la distancia porque su efecto es tan simple como un gatillazo directo, con supervivientes odiosos que forman en sus asperezas y vilezas sus mejores armas y van camino hacia una carretera sin retorno…
Una hormiga puede quedar debajo el agua pero saldrá a flote y volverá a caminar... símil brillante de la propia película en formato créditos finales. Aquí, a pesar de los clichés impuestos, no se levanta el villano sino los supervivientes. Coge las vísceras que te queden a mano y ¡corre!