Última película de Ingrid Bergman (que protagonizó el film estando ya enferma) y primera y única con su compatriota Ingmar. En el film hay muchos aspectos autobiográficos de Ingrid, que finalmente pudo limar alguna de sus asperezas con su primera hija antes de morir. La película se puede decir que es 100% bergmiana, esto es, profundamente enfática respecto al drama de las relaciones humanas, la incomprensión, la soledad, el aislamieno, la evitación y la incompetencia emocional, en este caso la de una madre atrapada en el ego de sus propios miedos e inseguridades que le impiden cualquier acercamiento a sus hijas y que la hacen huir contínuamente. Los diálogos Ullmann/Bergman son de los más hirientes de Bergman, diálogos donde la hija (una maravillosa Ullmann), por fin es capaz de dejar su rol de víctima autocomplaciente e ir a la yugular de su madre sin ningún tipo de piedad.. sí, ese es Bergman, hiriente y desgarrador y a su vez catárquico, puesto que después de ese desquite despiadado, despúes de conseguir llegar a esa cruda y brutal sinceridad, el personaje de Ullmann llega a poder a ponerse en el lugar de su madre y concederle.. el perdón. Y esos son también los temas de Bergman, la culpa, la redención y el perdón, temas muy fácilmente identificables con lo religioso pero por encima de todo profundamente humanos.
Con Bergman murió un hombre que (pese a su aparente pesimismo) no quería dejar de creer en el ser humano, igual que otros grandes maestros pesimistas: Antonioni, Rossellini... aunque parece que eso hoy en día no está de moda y no triunfa en las salas de cine, donde lo que tiene más éxito es una visón cínica y catastrófica del mundo y el ser humano.