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España España · Oviedo
Voto de Gould:
4
Bélico. Drama Un equipo de bombarderos de la R.A.F., obligados a aterrizar en Alemania después de una victoriosa incursión, intentan regresar a Inglaterra atravesando el corazón de Berlín. Pero la Gestapo los persigue implacablemente por los campos de prisioneros, los trenes- hospital y las fábricas de municiones. Los cinco fugitivos, en su intento de alcanzar la frontera holandesa y recuperar la libertad, dejan a su paso un rastro de muerte y destrucción. (FILMAFFINITY) [+]
6 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Walsh fue uno de los principales directores de Hollywood a la hora de colaborar en el esfuerzo bélico con producciones de propaganda bastante desiguales en resultados, tal es el caso de esta mediocre farsa protagonizada por Errol Flynn, Ronald Reagan y Raymond Massey. Flynn y su cuadrilla son unos pilotos que vuelan en un bombardero encargado de realizar misiones sobre Alemania. En uno de esos vuelos su avión es alcanzado y tienen que realizar un aterrizaje forzoso a partir del cual se encontrarán en territorio alemán donde correrán una serie de interminables y poco verosímiles aventuras en un tono de comedia que no termina de funcionar. Si el ritmo es magnífico - nunca llamaremos suficientemente la atención sobre la claridad y el ritmo narrativo del cine de Walsh para enganchar la atención del espectador desde el primer minuto, cualidad que le une a otro prolífico director como Michael Curtiz- no busquemos demasiadas sutilezas ni el argumento, ni en los personajes y menos aún en el inexistente guion por cuanto es una mera acumulación increíble de sucesos en los que más que milagrosamente Flynn -cual un Robin Hood cualquiera- y sus compinches salen siempre bien parados. Es una narración un poco tosca en la que todo es simple y llano cual señal de “ceda el paso” y en la que nuestros héroes se pasean con alegre impunidad por territorio alemán como si se estuviesen tomando una cerveza o disputando un partido de cricket. Por supuesto los alemanes aparecen siempre retratados como tontos de remate y no hablan sino que ladran pero estas son las servidumbres de un cine de consumo en plena segunda guerra mundial. La perentoria música de Dimitri Tiomkin trata de enmascarar la vacuidad de una propuesta decepcionante para un director de la categoría de Walsh pero comprensible por la urgencia de una producción puramente propagandista.
Gould
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