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España España · Oviedo
Voto de Gould:
7
Drama Filme sobre la campaña electoral a la presidencia de los Estados Unidos de dos candidatos antagónicos y sus respectivos equipos. (FILMAFFINITY)
20 de agosto de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gore Vidal estrenó esta obra teatral en 1960 y, poco después, escribió el guion para la película que gira en torno a los entresijos de una jornada de primarias en un partido –presumiblemente el demócrata, aunque no se diga en ningún momento-. Con todas sus luces y sombras es, posiblemente, la mejor representación de los tejemanejes de unas primarias en EEUU, aunque esa no fuera la pretensión última de Vidal sino más bien una venganza personal del escritor: pese a lo que pueda parecer, el personaje de Rusell, interpretado por Henry Fonda, representa al amado candidato de Vidal Adlai Stevenson mientras que la juvenil energía de Cantwell, interpretado por Clift Robertson, representaba al odiado J. F. Kennedy al que Vidal incluía dentro de la categoría de los demagogos.

El texto es tan rico y sugerente que Franklin Schaffner solo tiene que ilustrarlo con imágenes. Schaffner procedía del medio televisivo y esta era todavía su segunda película, lo que se nota en el tipo de encuadre y planificación que usa, embellecido eso sí por la transparente fotografía de Haskell Wexler. Con diálogos antológicos, válidos para estos indecorosos años de política low cost a caballo entre la hipocresía y el populismo, la película es una ácida visión del mundo de la política, que trata de dilucidar algunas cuestiones que hoy en día siguen formando parte de nuestra cotidiana actualidad: acción frente a reflexión, populismo frente a gestión o cómo la política se convierte un juego sucio en el que triunfar sea la única regla.

Los dos actores protagonistas nos regalan un gran trabajo y, pese a su diferente técnica y tradición, acaban por complementarse muy bien. Ambos representan a dos generaciones de actores opuestas: a la calma y naturalidad de Fonda se enfrenta la tensa, enfermiza energía de Clift Robertson. El viejo y el nuevo método. Sumando fuerzas, resulta admirable la sabiduría del veterano Lee Tracy como presidente de los EEUU, que le valió una nominación para los Oscar..

En el “debe” de la película encontramos una cierta falta de sutilidad del texto, al darnos una visión algo maniquea y simplista de los candidatos. Dudo que con esos principios el candidato Rusell hubiera podido llegar hasta tan lejos en política, pero en todo caso es una película muy recomendable, prometedora de las grandes pelis que en el futuro nos daría Schaffner y estoy pensando en “El planeta de los simios” (1968), en “Patton” (1970) o en “Nicolás y Alejandra” (1971).
Gould
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