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España España · Oviedo
Voto de Gould:
9
Terror. Ciencia ficción. Drama Ante un auditorio científico el doctor Henry Jekyll expone su teoría de que el ser humano está dividido en dos personalidades, una positiva y otra negativa, y que ambas se pueden separar, pero no logra convencer a sus oyentes. Después de visitar a su prometida Muriel, y paseando con su amigo el doctor Lanyonal que intenta convencer de que su idea es viable, conoce a una joven artista de music-hall, Champagne Ivy. En su laboratorio ... [+]
16 de enero de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la conocida novela de Robert Louis Stevenson “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde” (1886) dirigida por el director georgiano de origen armenio Rouben Mamoulian, primera versión sonora que, junto a la de Victor Fleming de 1941, son las dos mejores aproximaciones a dicha obra.

Ante todo, esta versión destaca por la enorme voluntad de estilo de Mamoulian, siempre al servicio de la narración y de una mayor expresividad decididamente cinematográfica: la sucesión de planos subjetivos con los que se inicia la película y que utilizará en varias ocasiones, el inusual y atractivo uso de los primeros planos, las sugerencias poéticas a través de diversos insertos o planos, los fundidos alargados para relacionar dos escenas o la división de la pantalla en dos, elementos todos que nos permiten comprender el enorme virtuosismo técnico y estético de Mamoulian.

Del mismo modo, toda la película está muy cuidada artística y visualmente, con sutiles alusiones y juegos –por ejemplo, cuando ella toca Schumann al piano, compositor que acabaría en los brazos de la locura tirándose al Rin, como trasunto de los males del protagonista-. Además, la versión de Mamoulian, frente a la de Fleming, incide en la naturaleza dual del personaje –son numerosas las escenas con espejos o frente a espejos, lo que sugiere ese desdoblamiento de su personalidad- por no hablar de otras dualidades sugeridas, mujer pura frente a pecadora, amor frente a sexo, Cain y Abel, etc.

La película cuenta con un gran trabajo de Frederic March –aún con algunos dejes de la histriónica gesticulación del cine mudo y cierta entonación campanuda, propia de los primeros años 30-, posiblemente el mejor Hyde del cine. Es posible que haya envejecido algo el dramatismo algo hueco de algunos de sus momentos, ligeramente ridículo para nuestros contemporáneos y poco piadosos ojos, pero a cambio nos regala con una malvada exhibición de puro vitriolo, anarquía y destrucción verdaderamente estimulante. En ese sentido el también fantástico -pero radicalmente diferente- trabajo de Spencer Tracy en la versión de Fleming de 1941 nos dará, sin embargo, un personaje más equilibrado, tal vez mejor construido, pero menos aterrador.

Dado su temprano año de producción cuenta además con algunas escenas típicas del cine “precode” protagonizadas por Miriam Hopkins –sus sugerentes escotes o un desnudo visto y no visto- lo que añade puntos a un clásico muy atractivo y disfrutable.
Gould
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