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España España · Oviedo
Voto de Gould:
9
Drama. Bélico Sammy Rice es un científico experto en bombas, con graves heridas de guerra, que sólo consigue calmar el dolor gracias a las pastillas y al alcohol; vive encerrado en sí mismo por un comportamiento autodestructivo y con una inestable relación con su novia Susan. Cuando sus superiores le ordenan que investigue sobre un nuevo tipo de bomba trampa creada por los alemanes, los nervios y la resolución de Sammy llegarán a sus límites. (FILMAFFINITY) [+]
7 de agosto de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el impresionante legado de la excéntrica y genial pareja de “los arqueros” esta película tal vez no ocupe el mismo lugar que otras de sus indiscutibles obras mayores, pero un Powell y Pressburger ligeramente menor es más que filmografías enteras de directores más prestigiados –muchas veces por razones que se me escapan-.

Las películas de Michael Powell y Emeric Pressburger son, ante todo, originales: cada una es distinta a las demás, maravillosamente sorprendentes, a ratos excéntricas, siempre inteligentes, raramente aburridas, casi siempre maestras. Esta es a un tiempo una película de guerra, un drama sobre el alcoholismo y una película de científicos y de semejante mixtura alocada, impregnada de un humor fino y socarrón, salen triunfantes.

En la primavera de 1943, en plena segunda guerra mundial Sammy Rice, un científico alcohólico y depresivo –un bombardeo le hizo perder una pierna- es requerido para analizar unos nuevos explosivos lanzados por los alemanes sobre Londres. Es un hombre atormentado, al borde del abismo, totalmente dependiente anímicamente de su chica y cuyos problemas personales se mezclan con su trabajo.

Lo admirable de esta y de buena parte de las películas del tándem británico es que parece que empiezan contando algo sencillo pero, poco a poco, nos van introduciendo en una red de complejidades fascinante, con una inusual maestría para trazar la psicología de los personajes, creando tensión con sus miradas o con precisos movimientos de la cámara. De hecho, la concepción narrativa y gramatical de la película es un prodigio de profundidad en la psicología de los personajes. Los ángulos sorprendentes, siempre al servicio de la narración, el ocasional uso de los primeros planos o una fotografía de pinceladas expresionistas, todo contribuye a esa sensación de asombro, extrañeza, sorpresa y gozo que experimentamos con la obra de estos dos insuperables maestros, con algunas escenas verdaderamente extraordinarias para el recuerdo: la impactante escena surrealista del reloj en plena crisis de ansiedad del protagonista, la maravillosa y excéntrica escena de la ruidosa reunión para aprobar el nuevo cañón Reeve o la impresionante descripción de la desactivación de la bomba, modelo de narración y suerte de catarsis personal y profesional para el protagonista.

La película, por otro lado, muestra el decisivo trabajo, callado y desconocido, de los científicos en la batalla tecnológica contra el enemigo alemán durante la segunda guerra mundial al tiempo que realiza una velada crítica a la política del momento, tan alejada de las preocupaciones de la investigación científica.

David Farrar da vida, con gran acierto, al científico protagonista, acompañado de grandes secundarios como Jack Hawkins o Kathleen Byron –inolvidable como Hermana Ruth en la obra maestra de estos mismos directores “El narciso negro” (1947). Excelente película.
Gould
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