La cuestión es que, cada peli tiene su momento para ser disfrutada, más si se trata de comedia, porque sí, esto es una comedia aunque a algunos no les haga gracia.

Y cuando no se es excesivamente eficaz en el género (como ocurre con Ben Stiller), no hay nada mejor que enmarcar la historia en el mundo deportivo, en este caso el divertido balón prisionero. Y así, entre gracias y pelotazos, va pasando la hora y media de rigor que se acaba justo cuando uno empieza a estar de pelotas hasta las mismas. No le pido más a toda esta clase de películas cuando las busco y Cuestión de pelotas no me ha defraudado; no me he reído todo lo que me hubiera gustado, ni mucho menos, pero de aburrimiento y vergüenza ajena como suele suceder muchas otras veces, nada de nada. Además, todo lo que tenga que ver con parodiar el muchas veces estúpido mundo del culturismo, es bien recibido por mi parte; y su primer tercio está plagadito de ello, no tanto todo lo que viene después, en el que entre muchas cosas he encontrado un fallo enorme: no haber dado ese tiempo suficiente de lucidez que merecían los cameos de David Hasselhoff y Chuck Norris; esta peripecia la pedía a gritos!

En fin, pasable, como la serena tarde de un domingo.