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Voto de Archilupo:
7
Drama Felicia es una adolescente que ha vivido siempre en una aldea irlandesa. Cuando su novio Johnny emigra a Inglaterra para buscar trabajo, Felicia lo sigue, sobre todo porque está embarazada. Cuando llega a Birmingham conoce a Joseph Ambrose Hilditch, el meticuloso gerente de una empresa de comidas. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2009
44 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Egoyan, canadiense de origen armenio nacido en El Cairo, es un director raro. Tiene mundo propio, de genuina originalidad, mundo que en sus películas se narra a ritmo pausado e inquietante, y con estilo visual exquisito.
Maneja ideas recurrentes, entre ellas mantener siempre abierta una amplia incógnita acerca del perfil de los personajes y acerca de los acontecimientos que los involucran.

Felicia (Elaine Cassidy), la adolescente irlandesa que llega al Reino Unido, carece de documentos para acreditar su identidad en el control policial del aeropuerto. Buscando en Birmingham a su novio, que ha emigrado sin dejarle las señas, coincide con Mr. Hilditch (Bob Hoskins, extraordinario), director de una empresa de catering, personaje que circula en un encantador Morris Minor 1000, impecablemente conservado, y hace una demostración ética al rechazar una maquinaria que sirve automáticamente los platos a los comensales, prescindiendo de los empleados.
Pero ese rasgo de entrañable calidad humanista no es sino una de sus numerosas facetas.
En la relación que se establece entre Hilditch y Felicia, el espectador sólo tiene las propias conjeturas, formuladas para atenuar la sutil, creciente inquietud.
Egoyan apunta siempre al abismo tras las apariencias. Personajes y hechos son en todo momento impredecibles.
La cadencia fluye hipnótica; los diálogos, casi susurrados. Para el paisaje se escogen arquitecturas geométricas, estructuras abstractas. La banda sonora alterna evocadoras baladas del tiempo de los Platters con suaves redobles de tambores que subrayan el desasosiego.
La ágil dosificación de flashbacks, correspondientes tanto al pasado del uno como al del otro, va ampliando la información sobre el complejo disparadero en que se hallan los personajes. A esa agilidad contribuye lo variado de las fuentes de las imágenes combinadas: cámara oculta, antiguos programas de TV en blanco y negro, filmaciones de épocas anteriores, etc.

Gracias en buena parte a la contribución de los bien dirigidos actores (impresionante en el caso de Hoskins), el clima estético característico de Egoyan vuelve absorbente la película, si bien el discutible tratamiento del desenlace (véase spoiler) rebaja bastante la fascinación conseguida en la precedente hora y media.

(7,5)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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