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Voto de Archilupo:
9
Drama El matrimonio formado por Johan, profesor de psicología, y Marianne, abogada, recibe una noche en su casa la visita de sus amigos Peter y Katerina. Al poco tiempo, los invitados empiezan una fuerte discusión en la que los anfitriones intentan mediar sin éxito alguno. Cuando se quedan solos, Johan y Marianne empiezan a hablar de su matrimonio y de sus problemas. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2009
61 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra autofinanciada por Bergman, comprime en algo menos de tres horas un serial televisivo de seis capítulos, abreviados y convertidos en secciones de la película, con elocuentes títulos: ”Inocencia y pánico”, “El arte de esconder bajo la alfombra”, “Paula”, “Valle de lágrimas”, “Analfabetos” y “En plena noche, en una casa a oscuras”, todos protagonizados por la misma pareja.

Johan y Marianne son entrevistados como matrimonio típico y ejemplar. La periodista mira a la cámara; ellos también, y se presentan mientras son fotografiados junto a sus dos hijas. Hablan de cada uno, de sus respectivas profesiones, de su similar procedencia de un hogar de clase media, de los diez años que llevan de matrimonio sereno y equilibrado, de la dedicación a las niñas.
Días después, y como contrapunto, un matrimonio amigo invitado a cenar se emborracha y monta una pelotera. Se tiran los trastos, se cantan las cuarenta y deciden divorciarse, ante el consternado silencio de los anfitriones.

Definidos esos extremos en la primera sección, Johan y Marianne ocupan ellos solos las cinco siguientes, en distintas épocas, agotando ante el espectador (como si la cámara que los presentó en el reportaje inicial siguiera ahí, filmándolos) todas las posibilidades de relación mutua comprendidas entre ambos extremos, y aún más.
Con gran riqueza de matices psicológicos, desarrollados en extraordinario recital por Erland Josephson y Liv Ullmann, Bergman radiografía la práctica totalidad de los aspectos de la vida matrimonial, algunos de ellos odiosos, al aparecer la violencia mental, incluso repulsivos, al aparecer la física.
El rencor, los celos retrospectivos, la complicidad, las personas terceras, la insatisfacción afectiva y sexual, la claustrofobia del vínculo, el compromiso, los ataques y contraataques, la fusión, la maraña de los compromisos familiares y sociales, la ternura, la incomunicación crónica, las suspicacias y susceptibilidades… todo tiene su momento en el exhaustivo despliegue de situaciones, en las que el director vuelca el compulsivo análisis, la autocrítica obsesiva.

Con el paso de los años, y en medio de altibajos, ambos personajes continúan relacionándose, más allá de la institución matrimonial y de otras instituciones aledañas como el Divorcio o la Fidelidad.
Ya no son el marido y la esposa, ni siquiera pareja, sino dos seres que siguen conociéndose, a fuerza de comprenderse en el espejo del Tiempo.

En esta importante película habría que señalar, además del valor artístico (especialmente en el orden teatral, por la calidad del texto y la fuerza dramática, y en el orden interpretativo, por las excelentes actuaciones respectivas), el valor antropológico, por así decir.
Archilupo
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