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Voto de Archilupo:
7
Ciencia ficción. Fantástico. Intriga. Terror Un visitante hostil de otro planeta es detectado por una estación de radar situada en el ártico. Película de culto dentro del género, todo un clásico con excelentes interpretaciones y un insoportable suspense. Famosa cinta de ciencia-ficción en la que el productor Howard Hawks planificó y supervisó todo el rodaje. En 1982 John Carpenter dirigió un conocido remake, titulado "La cosa". (FILMAFFINITY)
16 de diciembre de 2009
36 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta primera adaptación de la novela de Campbell, con Howard Hawks pilotando entre bastidores, es sobria y estilizada (al principio, parece incluso diseñada por animación). Todos los actores aportan oficio. El guión, tan funcional, hecho de diálogos rápidos e incisivos, crea enseguida un clima de intensa expectativa, a la que responderán unos cuantos sustos, repentinos como fogonazos.

Cuando elementos de una base norteamericana en el Polo norte capturan a un tripulante de un platillo estrellado, lo trasladan en un bloque de hielo que a la vez lo oculta. Todo es posible entonces, porque nada se sabe a ciencia cierta sobre esa entidad totalmente extraña. Ni siquiera su aspecto real puede distinguirse. Y como las instalaciones de la base son un mundo estanco, repleto de pasadizos y rodeado de la desierta llanura polar, el planteamiento queda listo para disparar la tensión al máximo.

Científicos, militares y un periodista allí acuartelados sostienen fuerte debate entre tanto, cada uno mirando por su intereses: el periodista, difundir una información sensacional; los científicos, investigar el fenómeno y obtener conocimientos revolucionarios; los militares, mantener la seguridad y actuar por la vía rápida (convertir al marciano en humeante hamburguesa, para entendernos). Luchan dialécticamente entre sí de manera agria, intentando cada uno limitar las iniciativas ajenas.

La acción se impregna cada vez más de ideología y subtexto. El alienígena es un ser antropomorfo, sí, pero ha evolucionado, y mucho, por la vía vegetal, y no por la animal. Tiene savia y se reproduce por esporas cultivables, aunque se alimenta de sangre de mamífero, lo que insinúa un rasgo vampírico.
Saturado de claustrofobia y paranoia, todo se carga de propaganda hasta la soflama final, que llama a vigilar y seguir vigilando un cielo preñado de amenaza. Con apenas subliminal arenga, se exalta la vía militar que insta a armarse contra el enemigo exterior, procedente del frío.

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Tras la reconciliación con los marcianos en “Encuentros en la tercera fase”, Carpenter sacó de “La Cosa” enorme provecho cinematográfico, al despojarlo en 1982 de la carga política y escamotear los rasgos concretos de ese ‘otro’ amenazante. Lo hizo más ultramundano y metafísico, por así decir: un agente invasivo de la identidad, de mayor potencial terrorífico.
Archilupo
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