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Voto de Archilupo:
8
Bélico. Drama Película de encargo para celebrar el 40 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Relata, a través de los ojos de un niño progresivamente endurecido por el sufrimiento, la matanza sistemática de los habitantes de las aldeas bielorrusas, más de 600, durante la guerra. (FILMAFFINITY)
1 de mayo de 2009
165 de 194 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Como film bélico, el de Klimov responde a un encargo oficial y consiste en propaganda patriótica. De las atrocidades de ambos bandos enfrentados en la guerra, cuenta las perpetradas por el ejército alemán: la destrucción metódica de aldeas bielorrusas y el exterminio de sus habitantes, encerrando a toda la población en la iglesia e incendiándola, tal como hicieron en otros frentes, en pueblos franceses y belgas.
La estrategia nazi, como la de toda ideología totalitaria, incluía la práctica planificada y sistemática del terror sobre la población, con el fin de allanar la resistencia y facilitar la obediencia ciega. Si de paso alguien daba rienda suelta a sus peores instintos, tampoco estorbaba.

2) Esa experiencia de agobio y extremo impacto emocional es la que llena la película y la convierte en una historia de terror, el cuento de un niño que contra la voluntad de su madre se une a los partisanos para convertirse en un hombre, y en el curso de unas jornadas de horror se transforma en un anciano prematuro.
Todo comienza felizmente para él, dentro de lo que cabe. En el campamento, los guerrilleros le reciben bien. Cantan canciones tradicionales y se hacen fotografías, agrupados, sonrientes, en clima de camaradería. Incluso conoce a una adolescente ante quien se muestra fascinado, incapaz de reaccionar.
Cuando, tras perderse cada uno por su lado en el bosque, se reencuentran y regresan juntos a la aldea, empieza la sucesión de horrores. Una silueta de un Focke-Wulf aparece de vez en cuando en el cielo como siniestra señal para anunciarlos.
La película, enfocando la amenaza de un mal ilimitado, no los ahorra.

3) La narración avanza pausada y se apoya en una fotografía poderosa, en un paisajismo imponente, heredero de Dovzhenko y Tarkovsky (la comparación, además, con “La infancia de Iván”, es inevitable).
Los colores tenues, tierra y barro, madera vieja, verde oscuro de la vegetación, definen una gama de tonalidad baja contra la que destacan las inmensas llamaradas y las centellas de los tiroteos nocturnos.

4) La eficaz estrategia de intensificar el impacto emocional pasa por adoptar con la mayor frecuencia el punto vista del niño, atónito, ahogado por la barbarie en que se ve sumergido.
Como a él, nos ensordecen las bombas, o nos llenan las ráfagas la cabeza de chirridos enloquecedores. Como él, asistimos con espanto a crímenes que, por desgracia, parecen inherentes a la naturaleza humana, pero nunca podremos comprender.
Archilupo
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