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Voto de Archilupo:
9
Drama Ambientada en Marruecos, Túnez, México y Japón. Armados con un Winchester, dos muchachos marroquíes salen en busca del rebaño de cabras de la familia. En medio del silencio del desierto, deciden probar el rifle, sin conocer el alcance de la bala. En un instante, entran en colisión las vidas de cuatro grupos de personas que viven en tres continentes distintos. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2009
43 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Babel” culmina el sistema Iñárritu de narración por fragmentos, organizados en una estructura que conecta eficazmente detalles.
No funciona el conjunto como fondo de las peripecias, sino como protagonista: el mundo global interconectado según el célebre principio del aleteo de la mariposa en China; el vasto mundo abarcado en panorámica.
De nuevo, pues, historias entrelazadas a través de sutiles nexos que van tejiendo la trama con hilos de oro.

En el desierto marroquí, un pastor llega a casa de otro a venderle un rifle. El comprador entregará el arma a sus pequeños hijos para que protejan al rebaño de cabras.
Ese rifle será uno de los principales hilos de oro. Al vendedor se lo regaló, por sus servicios de guía, un cazador japonés que vive con su hija en un lujoso apartamento de Tokio. La hija es sordomuda; lleva mal la ausencia de la madre y su condición de remolino de hormonas adolescentes.
Cerca de la colina donde los pastores hacen prácticas de tiro pasa un autobús de turistas occidentales.
En una casa de San Diego la niñera mexicana recibe llamada del dueño, de viaje por África con su esposa. Pregunta por sus hijos. Anuncia que el regreso se retrasa. La niñera quiere pasar a México, a la boda de su hija, pero el dueño de la casa, muy tenso, no le deja opción.

Simultaneado en tres continentes, el relato se despliega en varios idiomas (incluido el de signos). Avanza en recorrido no lineal, por escenas y momentos ya visitados, a los que se vuelve por otra ruta.
La conversación telefónica desde un lado de la línea volveremos a presenciarla, pero desde el otro lado.
De la foto que hallamos en una casa veremos copia en el salón de otra casa lejana.
Al autobús que vimos rodar entre polvareda en lontananza regresaremos, pero a su interior, con los pasajeros.
Se compensan los puntos de vista, repartiendo flujos narrativos, “ecualizando” sus líneas (Iñárritu fue pinchadiscos radiofónico) para tejer compacto un duro drama que lo aprovecha todo, sin anecdóticos tiempos muertos. Pero no transmite avidez ni prisa; sí precariedad e incertidumbre, derivadas tanto de la babélica incomunicación entre lenguajes como de la proximidad de la muerte. La tensión emotiva, distribuida por los tres escenarios continentales, cobra gran calibre, bastante honda y seria.

Es de agradecer que para alcanzar esa tensión se recurra a medios eminentemente cinematográficos: imágenes y sonidos; acciones, pero no diálogos sobrecargados.
Un alarde la excelente decisión de que la adolescente japonesa sea sordomuda y se explique por signos, con igual viveza o más, a efectos de transmisión. Claro, que está el maravilloso trabajo de Rinko Kikuchi, instantes sublimes.
Brilla la dimensión paisajística, la interpretación plástica del Sahara sobrevolado y del futurista bosque nocturno de rascacielos nipones.
Y ayuda la magnífica elección de la música, que es acierto completo cuando la voz de Chavela Vargas se derrama en la boda mexicana.
Archilupo
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