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Voto de Archilupo:
9
Drama Manu, Roland, Jo y Vosselin comparten celda en la prisión francesa de La Santé. Los cuatro han pensado un elaborado método para escapar de la prisión, pero cuando están a punto de ejecutarlo, les asignan un nuevo compañero de celda, al que no saben si comunicarle o no sus planes. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2009
189 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
Becker murió antes del estreno de esta obra maestra que culmina su breve carrera (1942-1960), formada por una docena de películas que en vida no le dieron mucha gloria: sólidas, clásicas, repletas de recursos, serias y sin grandes audacias.
En los años finales coexistió con Bresson y el caldo de cultivo de la Nouvelle Vague: ‘Cahiers du cinéma’ y otros gérmenes. No adoptó ningún vanguardismo pero sí entró en diálogo explícito con el Bresson de “Un condenado a muerte se ha escapado” (1956).

Igual que Bresson, Becker se basó en un libro testimonial, en este caso una novela de José Giovanni, quien participó en los hechos narrados, de 1947, como asimismo participó Jean Kéraudy, que en la película se representa a sí mismo (el de los dedos cortados). También Becker prescinde de actores profesionales, buscando autenticidad. Y, como Bresson, crea un microcosmos sonoro y recrea al detalle las condiciones materiales de la fuga, con óptica de ingeniero. Consigue la misma intensidad vibrante.
Pero así como el enfoque de Bresson es individualista y trascendental, Becker apunta a valores tan a ras de tierra como nobles: compañerismo, organización colectiva, impulso libertario, solidaridad. Filma minuciosamente lo concreto de la tarea: fabricación de herramientas, creación de artilugios (como ese “periscopio” que les permite controlar desde la mirilla los movimientos del pasillo).

Becker maneja con perfecto ritmo una doble tensión: la derivada de camuflar ante los guardianes las obras y preparativos de la evasión, por una parte, y la ocasionada por Gaspard, el preso nuevo quien, con sus manifestaciones ambiguas, tiene con la mosca tras la oreja a varios conjurados del compenetrado quinteto original.

Sólo un maestro del cine puede lograr ciertas secuencias memorables, entre ellas un plano sublime que es casi una metáfora visual de la existencia humana: a lo largo de los túneles subterráneos dos personajes se mueven en medio de la tiniebla alumbrándose con una vela. Esta luz dibuja en el espacio negro unas líneas blancas que se deslizan por paredes, suelo y techo, líneas que acompañan a los personajes en su caminar, mientras se alejan lenta y perpendicularmente del espectador hacia lo profundo del plano…, hacia el punto de fuga.
Archilupo
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