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Voto de Archilupo:
8
Drama Bajo el opresivo régimen talibán, la madre de una muchacha de 12 años, médico de profesión, pierde su empleo en un hospital y las dos mujeres, así como la abuela, se convierten en auténticas prisioneras en su propia casa, ya que no pueden abandonarla sin un «acompañante legal» y tienen prohibido trabajar fuera para ganarse la vida. La madre y la abuela urden un plan: le cortarán el pelo a la chica y cambiarán su indumentaria, para que ... [+]
28 de mayo de 2010
35 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Recuerdan a Sharbat Gula, la niña afgana de ojos verdes en la portada del “National Geographic”? Pues su vida bien pudo ser la de la protagonista de esta película, que se disfraza de chico para poder trabajar y llevar sustento a casa. Vive con dos viudas de guerra, su madre y su abuela, quienes no pueden siquiera salir solas a unas calles controladas por patrullas talibán.

Tales patrullas con metralleta al hombro son las que en la escena de apertura reprimen brutalmente, a tiros y manguerazos, una manifestación de mujeres enjauladas en sus burkas azules. Lo filma un periodista guiado por un pillastre.
Son patrullas que riñen con severidad a un hombre porque a su mujer le han quedado al descubierto las sandalias y va excitando desvergonzadamente a los hombres.

El paisaje es la metafísica de la ruina: barrizales, chozas, quinqués, boquetes, humaredas, harapos, cascotes, flaqueza, ladridos, grietas, árboles secos, carros con burro, terrones…

Cuando la niña travestida y asustada encuentra empleo en la lechería de un amigo de la familia, no cuenta con que un muláh barbinegro la va a reclutar por la fuerza para una escuela coránica donde, además de doctrina islámica e instrucción militar, a los adolescentes enseñan a lavarse preceptivamente los genitales.

No es un documental. Es un drama atroz, una tétrica variante de las Mil y una Noches. Ésa es la atmósfera del cuento de la abuela, el del chaval que pasa bajo el arco iris para convertirse en chica y no trabajar, y la del pasaje en que el notable local tiene encerradas con candado a sus mujeres, cada una condenada en un cuarto, con los hijos que les va haciendo. Y está contado con el instrumental preciso para transmitir con eficacia concreta, mediante una narración sencilla, pausada, pero tensa y opresiva, su estremecedor mensaje: la desgracia espantosa que aguarda hoy, en pleno siglo XXI, a quien nace con género femenino en ese país cuyo gobierno odia a las mujeres.

Esa chica que para librarse de ser cazada grita con desesperación no ser una chica; que dibuja en el vaho de un cristal la imagen esquemática de una niña, afirmándose sigilosamente ante el tráfico de hombres y patrullas que pasan delante, dominando la calle; que al saltar a la comba encuentra una conciencia íntima de su libertad imposible, bien podría ser la niña del “National Geographic”, que nos sigue mirando desde la pantalla, desde el relato de su vida que es pura pesadilla por culpa de un régimen político-religioso al que se ha permitido extremar su inherente machismo hasta un grado apoteósico.
Archilupo
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