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Voto de Archilupo:
7
Drama "Amarás a Dios sobre todas las cosas". Después de haberse separado de su mujer, un profesor universitario vive con su hijo Pavel al que procura transmitir su racionalidad y ateísmo. También le ha parecido conveniente enseñarle a usar el ordenador. Primero de los diez mediometrajes realizados por el director Krzysztof Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz. Primera parte del "Decálogo", que se inspira en cada uno de los Diez Mandamientos. (FILMAFFINITY) [+]
2 de abril de 2010
68 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1987-88, antes de su final época francesa, Kieslovski rodó para TV diez episodios de una hora sobre aspectos de la vida contemporánea en la Varsovia de los 80, si bien con enérgico tono universal, superador de los parámetros locales.
Se ambientan en unos bloques de pisos, de clásico urbanismo socialista, y sus nevados patios intermedios.
Autónomos, su factor común es una tensión humana que permite conectarlos con más o menos estrechez a la Tabla de los Mandamientos y servirse de este molde para dotar al conjunto (de por sí variado, porque no había sólo un fotógrafo) de una estructura unificadora.
La música para toda la serie es de Preisner, mínima y eficacísima.

Al comienzo de la primera película, correspondiente al mandamiento que ordena amar a Dios, una mujer contempla en un televisor B&N a través de un escaparate callejero la imagen congelada de un niño, y caen lágrimas de sus ojos. A continuación conoceremos la historia de ese niño, que vive en uno de los pisos con su padre, profesor universitario de Lingüística. Cerca de ellos, y próxima afectivamente, vive la mujer de las lágrimas, hermana del padre y católica. El niño es superdotado. Resuelve problemas de matemáticas en su rudimentario ordenador (anterior a Windows), y ayuda a su padre a ganar una simultánea a una maestra de ajedrez.
Un día, tras ver en la nieve el cadáver de un perro, hace preguntas sobre la muerte, la pervivencia, el más allá y el alma a su padre. Éste se muestra descreído, partidario firme de lo racional y científico. Posteriormente, un error suyo en los cálculos y mediciones efectuados en su sofisticado ordenador traerá consecuencias catastróficas, y entonces reaccionará con enorme rabia contra unas fuerzas sobrenaturales en las que decía no creer.

Si bien esta película tiene un guión algo más dialogado que las demás, presenta una de las constantes de la serie: una expresión contenida al máximo, y diáfana. Las líneas de diálogo suelen ser cortas y definirse nítidamente sobre el fondo de un abundante silencio. Todos los datos se presentan con gran claridad y precisión, sin asomo de ambigüedad. Otra cosa es la estrategia que dosifica al extremo esos datos, con enorme parquedad, dejando fuera del foco narrativo lo importante, que resuena enigmáticamente como un eco en las escenas presentadas.
Otra constante es la apertura de la realidad descrita, rebasando lo meramente racional y ampliándose hacia campos más misteriosos. En este episodio, por ejemplo, y con toque estilístico de Ciencia Ficción, los ordenadores manifiestan cierta autonomía y se encienden solos, ofreciendo en pantalla mensajes inquietantes.
Archilupo
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