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Voto de Archilupo:
9
Drama Filme surrealista, todo un clásico del cine de arte y ensayo, una obra única y de culto, fruto de la poderosa imaginación de dos jóvenes mentes -Buñuel tenía 29 años y Dalí 25- poseedoras de un talento tan singular como genial. Según declaraciones del propio Luis Buñuel, "Un perro andaluz fue un film antivanguardista, nada te­nía que ver con la vanguardia cinematográfica de entonces. Ni en el fondo ni en la forma (...) también se iba a ... [+]
7 de octubre de 2008
89 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) El ojo para ver películas convencionales será inutilizado por Buñuel. Lo rasgará con una navaja barbera recién afilada.
Los hábitos visuales vigentes son frontal y provocadoramente asaltados. Tras el shock inicial, el espectador necesitará una mirada nueva para sumergirse en la corriente de imágenes irracionalmente asociadas.

Buñuel había soñado con el ojo, Dalí con el hormiguero de la mano, y a la semana tenían completo el guión, escrito con enérgica fantasía, desechando toda imagen susceptible de interpretación simbólica o cultural: el guión de una película como jamás hasta entonces se había filmado.


2) Escenas iniciales, como muestra:
Érase una vez un ojo… ¡Fuera el ojo!
Ocho años después, un ciclista adornado con manteletes como una granjera bretona, y portando una caja de rayas, se cae ante el edificio donde la mujer del ojo abre un libro por ‘La Encajera’, de Vermeer. La mujer baja a besar al accidentado y sube para colocar sobre la cama unas prendas de él, más la caja, como si un hombre invisible estuviera tumbado. Cambia la corbata por una de rayas. De pie, el ciclista mira fijo la palma de su mano, convertida en hormiguero, un agujero central por el que entran y salen los insectos, transformado en pelambre de axila al encadenarse fundidos; en erizo de mar, en cabellera vista desde arriba, luego en grupo callejero en torno a una elegante dama masculina que con su bastón mueve en el suelo una mano cercenada y suelta, hasta que la recoge un gendarme, la guarda en la caja de rayas y dispersa a la muchedumbre. Cuando la masculina dama se queda sola, un coche pasa por encima de ella.
Desde el piso, junto a la mujer del ojo, el ciclista (ahora sin atuendo ornamental), se comporta excitado, pareciendo más adulto; acomete con fiereza, manosea pechos que se convierten en nalgas mientras babea con ojos en blanco, al borde de la ‘petite mort’…

Las potentes imágenes, hilvanadas sin nexo descifrable, continúan según hierve el deseo, se acerca a la consumación o se aleja; según las oscilaciones de lo masculino y lo femenino polarizan y tensan a los personajes, o los confunden y apagan.
Articuladas con la gramática de los sueños, imágenes como la de los burros putrefactos sobre los pianos (cosecha Residencia), la boca sustituida por un pubis, o la pareja semienterrada en un pedregal playero, mantienen íntegro su poder sugestivo y enigmático.


3) El vanguardismo radical con que el film “Un perro andaluz” fue creado lo hizo sintonizar con la teoría surrealista del conocimiento, que preconizaba una revolución mental a gran escala, basada en la liberación del deseo. El grupo de Andrè Breton aupó al film de inmediato, y admitió a Buñuel y a Dalí en sus reuniones.

En el Primer Manifiesto del Surrealismo, Breton proclama: “Amada imaginación, lo que más amo en ti es que jamás perdonas”.
Archilupo
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