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Voto de Archilupo:
8
Cine negro. Thriller. Drama Julien Tavernier, héroe de la guerra de Indochina, trabaja para el industrial Simon Carala, y es el amante de su esposa, Florence. Para poder vivir juntos, los amantes deciden matar al marido de modo que parezca un suicidio, pero ocurre algo que no estaba previsto... (FILMAFFINITY)
22 de febrero de 2009
62 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Tras practicar como asistente de Bresson y dirigir con Cousteau un documental submarino, Malle acometió un debut difícil al adaptar una compleja novela de trama doble entrelazada. Se apoyó en un gran guión, de Nimier y suyo; en el excelente fotógrafo habitual de Melville, Decaë; en buenas interpretaciones (sobre todo Jeanne Moreau), y en la decisiva música que Miles Davis improvisó sobre el visionado para acoplarla.

2) Malle no sólo maneja los abundantes detalles —en el argumento todo lo importante ocurre por los pelos, por detalles que se entrecruzan— sino que lo consigue sin renunciar a la elegancia del estilo, sin el menor apuro, sin que ninguna de las numerosas piezas parezca encajada con calzador, forzadamente.

3) La historia no se aparta de los esquemas usuales en los ‘polar’ (policíaco negro francés): unos amantes planean matar al marido de ella pero, aunque todo está estudiado al milímetro para que parezca suicidio, la fatalidad conspira contra el crimen perfecto, tal como anuncia la fugaz aparición de un gato negro en el momento principal.

4) Al igual que en Melville o Chabrol, los personajes, sujetos a incertidumbre, tienen perfiles morales imprecisos que no permiten etiquetarlos como buenos o malos. Malle, que se limitaba a aplicar lo aprendido con Bresson para trazar un relato claro y preciso con que emular a Hitchcock, no entra en especulaciones sobre la gramática del cine. Sin embargo, hay en esta película elementos formales anticipadores de la Nouvelle Vague, a dos años de “Hiroshima…” y “Los 400 golpes” (1959): los equipos móviles permiten rodar fuera de estudios, con mayor flexibilidad, en exteriores naturales que son casi siempre la calle. Algunas tomas de prueba se incluyen en el montaje, aportando improvisada frescura: así varios extraordinarios minutos del callejeo nocturno de Florence (Jeanne Moreau), que imprimen al ritmo narrativo otras modulaciones.
Malle siguió desde este comienzo un camino personal, sin integrarse en grupos o escuelas, ni ser tampoco reconocido por ellos, pero esta película se ha ido decantando como un consistente clásico de su género, que incluye además bellas secuencias, como la recién mencionada de la Moreau vagando ensimismada por las calles de París, entre luces de escaparates y bares mientras suenan su monólogo interno y la trompeta con sordina de Miles Davis, escena cuya modernidad sigue patente.

5) No se queda el film en brillante ejercicio de estilo: hay una metafísica en las horas de angustia de Florence, que pierde bruscamente la comunicación con el hombre con quien en esos minutos se está jugando el futuro, y lucha por orientarse entre intuiciones ansiosas y espejismos provocados por la visión de cierto automóvil. Hay también resonancia profunda en la “desaparición” involuntaria del cómplice durante unas horas cruciales mientras en el mundo exterior un joven delincuente le suplanta con nefasta inconsciencia, mostrando cómo el azar barre los frágiles planes humanos.

(8,5)
Archilupo
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