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Voto de Archilupo:
4
Romance. Drama David Kepesh (Ben Kingsley), un carismático profesor, está orgulloso de seducir a alumnas deseosas de probar experiencias nuevas, pero sin ningún compromiso. Pero, cuando la hermosa Consuelo Castillo (Cruz) entra en su clase, sus precauciones se esfuman. Esa belleza morena consigue, al mismo tiempo, cautivarlo y desconcertarlo. Consuelo es para él algo más que un objeto de deseo. Su fuerte personalidad y su carácter apasionado ... [+]
30 de abril de 2008
54 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película, codirigida por la debutante norteamericana Elizabeth Koishet y la acreditada cineasta europea Isabel Coixet, se aprecia la importancia de la compenetración en el trabajo de equipo.
Los productores, siguiendo una particular política, han apostado en este caso por Elizabeth Koishet para el liderazgo, encomendando a Isabel Coixet una misión asistencial, gregaria, en función de su mayor oficio y veteranía.

Ahora bien, Elizabeth Koishet, con los nervios comprensibles en una realizadora inexperta, se aferra a fáciles recursos, de efecto seguro:
-Sobreabundancia de primeros y primerísimos planos (con una décima parte el caché de los actores ya estaría amortizado).
-Música de Satie (¿cuántos films, telefilms y spots publicitarios habrán escogido el piano de Satie para enmoquetarse?).
-Neutralización de los actores (llevados a simple posar, poner caras, humedecer los ojos, sobre todo Penélope Cruz; Dennis Hopper es caso aparte: va a su aire, está en su propia película, por cierto bastante buena).
-Escenas bonitas, como por ejemplo a la orilla del mar, los personajes paseando a cámara lenta, adagiosa y familiar música de Marcello al fondo (el espectador exclama para sí: ¡Qué bonito!)
-Suavización de todo lo fuerte y postergación de los diálogos frente a las imágenes agradables (se supone que la estudiante es caribeña, latina, caliente, vital, y que por eso enciende al viejo profesor; se supone que hay algo esencial en que ese carácter sea precisamente así, y no de otra forma, pero nada de eso se ve).
(...)

Pero cuando el guión llega inexorablemente a zonas de turbulencia dramática, incluso melodramática, y Elizabeth Koishet debe abandonar la plana balsa de bonito y aburrido romanticismo, entonces se ve desbordada y cede el timón a Isabel Coixet, cuyo veterano pulso sí que imprime dirección a la película, con una energía y una verdad que cortan el aliento, más aún por contraste con lo precedente, que evolucionaba sin rumbo.
En esos breves pasajes emocionantes se siente de pronto que hay cine...

Surge la pregunta sobre qué habría ocurrido con "Elegy" si en el tándem la voz cantante no la hubiera llevado Elizabeth Koishet, en virtud de un extraño favoritismo, sino Isabel Coixet, que es quien parece poseer talento y dominio suficientes para haber sacado adelante con solvencia el proyecto.
Así, cabe desear que, si en lo sucesivo estas directoras vuelven a rodar juntas, se invierta la correlación de fuerzas, para bien del cine.
Archilupo
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