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Voto de La mirada de Ulises:
6
Drama Una compañía teatral ensaya en el Monasterio de San Isidoro del Campo, Sevilla, una obra sobre Tomás Moro, inspirada en textos de varios autores, incluyendo a Shakespeare y otros autores. Mario, el director de la compañía, se encuentra incómodo porque su ex mujer forma parte del reparto; y Antonio, que interpreta a Tomás Moro, sufre una crisis que puede llevarle a abandonar el montaje. (FILMAFFINITY)
24 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal y como está el patio nacional en cuanto a corrupción y falta de ética en los asuntos de Estado se refiere, hablar de Tomás Moro no es solo algo oportuno sino necesario. Con los casos que están apareciendo en la esfera política y empresarial, se alzan voces para urgir a tomar medidas de control sobre quienes tienen responsabilidades... y sin duda son necesarias. Pero más decisivo y urgente, pienso, es ir a la raíz y al núcleo del problema, y fomentar a través de la educación una conciencia recta y honesta, capaz de hacer frente a las ambiciones de algunos y a las debilidades de otros... si es necesario a costa de la hacienda y de la misma vida. Habrá quien piense que éstas son cosas del siglo XV y XVI, cuando el honor y la lealtad estaban de moda... y ese será el primer error, el de pensar que esa manera de actuar es algo superado con la modernidad.

Por eso, volver la vista al Gran Canciller de Inglaterra puede ayudar a valorar la importancia de actuar en conciencia en la vida pública, abstrayendo sus circunstancias concretas frente a las pretensiones de Enrique VIII y su divorcio. En "Thomas Vive", película de Antonio Cuadri que se estrenará en los cines en 21 de noviembre, se nos recuerdan aquellos momentos tan decisivos para Europa y se hace la oportuna traslación a nuestros días. Para ello, el director sube a la escena a una compañía de teatro para ensayar la representación de los últimos días de Tomás Moro, partiendo de textos de
Shakespeare: las presiones y conjuras se suceden a la par que la codicia y la mentira, y a la lealtad y amor de unos se contrapone el engaño y la traición de otros. Todos tienen sus motivos y sus problemas personales, como los tienen los actores de la obra de teatro que aquí les van a dar vida. También estos individuos del tercer milenio atraviesan sus bajones y padecen su incertidumbre laboral (no se hace sangre con una cultura a la que se corta la cabeza, como al protagonista), y tienen una hija enferma o una herida amorosa que sigue sangrando por ejemplo, y de la misma forma ellos se ven obligados a firmar su particular Acta de Supremacía... si quieren seguir trabajando.

Si interesante y acertado es traer a colación la vida postrera de Tomás Moro, hay que decir que Cuadri no consigue despegarse de la fuente teatral y que no termina de imprimir su sello cinematográfico, moviéndose en una línea humanista próxima al cine-teatro de Rafael Gordon ("La Reina Isabel en persona"). La película se presenta como una especie de cajas chinas, con una obra de teatro que se ensaya -lógicamente con puesta en escena e interpretaciones teatrales- y con otra vida real de los actores fuera de los focos... que también tiene mucho de teatral. Difieren el lenguaje, el desenfado con que se expresan y los temas de conversación, pero en ambos casos se mantienen muy dependientes del texto, como si los personajes se diesen la palabra, con una dicción más propia del escenario, con una gestualización innecesaria cuando la cámara puede recoger primeros planos... y con una planificación que en ocasiones adopta formas más bien televisivas. Con todo, la historia actual resulta más atractiva que la pretérita y va cogiendo cuerpo conforme avanza, aunque no llegan a desarrollarse las subtramas personales... como hubiera sido deseable (al parecer, esa vertiente será desarrollada en una serie de televisión). Y los episodios del jurista honrado... carecen de la intensidad y convicción que se le presume, del aplomo de un hombre que vivía de su fe y de su trato con Dios (aspectos solo apuntados de soslayo).

Pero quizá haya sido bueno que Cuadri haya optado por un carácter teatral para su película, pues al fin y al cabo estamos en el gran teatro del mundo donde cada político/empresario desempeña un papel en el que la imagen prima sobre la verdad, en el que se mira más hacia afuera que hacia adentro. A la vigencia del mensaje se contrapone el esquema señalado de la dramaturgia, para romper las fronteras de la realidad y la ficción, para decirnos que todos somos un poco actores en nuestro entorno, y para sugerirnos que sería deseable que todos aspirásemos a ser un poco más Tomás que vive a través de nuestra conciencia. Por eso, a pesar de las posibles carencias que pueda presentar y del escasísimo presupuesto con que ha contado, "Thomas Vive" es una buena propuesta para nuestros días y para el enriquecimiento del espectador del siglo XXI.
La mirada de Ulises
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