Pequeño pueblo de la Polonia profunda, población cristiana de misa diaria. Lugar rodeado de bosque donde se va a construir la estatua de Cristo más grande del mundo. Jacek, joven amante del heavy y prometido con la apuesta Dagmara, trabaja en la obra de la estatua. Allí sufrirá un aciago accidente, que le obligará a recibir el primer trasplante facial de emergencia a nivel mundial. Cuando se reincorpore a su vida habitual entre sus familiares y conocidos, el trato que recibirá ya nunca será el mismo. Una comedia de innegable dureza dramática sobre la crueldad, superficialidad e hipocresía humana. Un relato de humor negro y mala baba sobre el desprecio y el yugo de ignorancia que lastra a Jacek y a sus congéneres. A primera vista la película nos atrapa con fuerza por su atractivo dispositivo visual. Utilizando objetivos de foco puntual, los planos, de hermosa colorimetría azulada, combinan zonas a foco con zonas desenfocadas, creando un efecto plásticamente muy atractivo. Gran trabajo del reparto, y buena dirección a la hora de dotar a la película de verdad, sentimiento y retranca. Muy lograda es también la sátira al deleznable comportamiento de la comunidad cristiana. Fábula sobre la lucha interior de Jacek y de cómo su mundo le rechaza cual Gregor Samsa contemporáneo, Mug es tan entretenida como divertida e interesante, con mucho para sacar en claro en el plano humano.

Allí donde la elección fotográfica del filme nos asombra, su integración y uso en la película es inconsistente, sin guardar con la trama más relación aparente que la de simular la manera de ver la realidad que tiene Jacek con su nueva cara. Y una vez sucedido el accidente, el filme que sigue al nuevo Jacek no está tan logrado en fluidez como al previo a la desgracia. Llegado al punto de rechazo por parte de todos los personajes, la película se estanca en esta idea y opta por extenderla más que avanzarla o enriquecerla. Sus ideas son atractivas pero su manera de encararlas y reafirmarlas se siente simple, en una película que se interpreta sólo desde un ángulo emocional. Una buena película, en suma, pero que no presenta ingredientes para ser memorable y cuya estructura pilla siempre prevenido al cinéfilo.

Irónica, enérgica y afilada, Mug pierde fuerza poco a poco, pero disecciona con chispa la crueldad de la Polonia rural.