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Voto de Néstor Juez:
8
6,5
11.815
Thriller. Drama
Estados Unidos, década de 1970. Seguimos a Jack durante un período de 12 años, descubriendo los asesinatos que marcarán su evolución como asesino en serie. La historia se vive desde el punto de vista de Jack, quien considera que cada uno de sus asesinatos es una obra de arte en sí misma. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2019
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del mismo modo que hay directores venerados desde la admiración y el respeto, algunos son venerados desde el desprecio y la polémica. Con tantos fieles como detractores, y un amplio sector de la crítica y opinión pública preparados para vapulearlos a cada paso que dan. No hay realizador que mejor se ajuste a esta definición que el veterano danés Lars Von Trier. Un realizador para el que cada nuevo trabajo supone revuelo en los medios, generalmente sólo para demonizar lo bestias o violentos que son sus trabajos. Una postura que ha anulado la valoración de sus méritos artísticos. Si la decepcionante La ninfómana ya levantó las alarmas con el sexo explícito, llegaba el momento de la violencia extrema con su nuevo y esperadísimo (desde esta web) trabajo; La casa de Jack, presentada fuera de concurso en el último Cannes. También gustó en el Festival de Sevilla, y servidor ansiaba verla pese a sus recelos con la película anterior. Aprecio mucho el cine de Von Trier, en el que aún debo sumergirme mucho más, de las que Dogville o Melancolía me fascinan. Había motivos para esperar grandeza, y un tema y punto de vista para desarrollarlo que llamaban nuestra atención, por lo que me haciné en el primer pase de prensa que me fui posible. Y disfruté sobremanera con un largometraje que superó mis expectativas, contemplando otra de sus grandes películas, llamada a ser una de mis obras favoritas de 2019. Una película incómoda, desagradable y algo regodeada, pero también crítica, densa en su carga textual y artísticamente tan rica como cabía esperar. Una disección metafórica muy incisiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En la oscuridad de una alcantarilla, Vierge (Bruno Ganz) pasea y conversa con Jack (gran Matt Dillon), ingeniero y asesino en serie. Aquejado de un trastorno obsesivo compulsivo y una extrema fijación con la limpieza, narra a Vierge cinco asesinatos de los múltiples que realizó durante un período de 12 años. Jack percibe sus asesinatos como obras de arte, y a propósito de sus crímenes reflexiona sobre el proceso creativo y sus inquietudes personales a la hora de manipular materiales, en una obra que no se ata a restricciones morales. Una película manierista y consciente de su condición de ficción, una introspectiva reflexión psicológica planteada como narración audiovisual en distintas texturas. Cuadros, animaciones, imágenes de archivo, recreaciones, música clásica y referencias culturales diversas se integran en la diégesis con plena organicidad. Gran trabajo del reparto, destacando la labor de Dillon. Eficaz fotografía de Alberto Claro, que preserva el habitual estilo Trieriano de zooms, cámara en mano y focos críticos. Aún con todo, aquello que realmente brilla es el argumento, en el que el asesinato es tan sólo una excusa usada como punto de partida. La película es una crítica retrospectiva que hace Lars Von Trier a su propia obra, una metáfora de su procedimiento creativo en la que Jack es un émulo suyo. Una honesta confesión sobre como el horror, el dolor, la violencia y la muerte son entendidos por él como la arcilla con la que construye sus obras artísticas, tratadas en el filme como asesinatos. Un descenso a los infiernos que crece y crece en nuestro interior y que conduce a un epílogo mitológico excelente. Una película arriesgada, de negro humor y única en su especie. Una producción, si no plenamente lograda, igualmente deslumbrante.
La experiencia del visionado exige mucho al espectador, que debe adaptarse al ritmo de un largo metraje, un texto denso y muchos momentos, no lo olvidemos, marcadamente duros. La película entra sin prejuicios en temas de dudosa o nula moralidad que, desde luego, asquearán a no pocos espectadores. Este discurso carente de sutilidad y dobles sentidos y, no lo neguemos, bebido de sí mismo, precisa que el espectador acepte que el ego de Von Trier les seduzca. Si no, el filme es la antítesis de lo que les pudiera llegar a interesar.
Lúcida, ambiciosa y provocadora, La casa de Jack es demasiado dura para sensibles y ajenos a los encantos del danés, pero de una riqueza que la hace otra de sus grandes obras.
La experiencia del visionado exige mucho al espectador, que debe adaptarse al ritmo de un largo metraje, un texto denso y muchos momentos, no lo olvidemos, marcadamente duros. La película entra sin prejuicios en temas de dudosa o nula moralidad que, desde luego, asquearán a no pocos espectadores. Este discurso carente de sutilidad y dobles sentidos y, no lo neguemos, bebido de sí mismo, precisa que el espectador acepte que el ego de Von Trier les seduzca. Si no, el filme es la antítesis de lo que les pudiera llegar a interesar.
Lúcida, ambiciosa y provocadora, La casa de Jack es demasiado dura para sensibles y ajenos a los encantos del danés, pero de una riqueza que la hace otra de sus grandes obras.