Siglo XVII, Inglaterra está en guerra con Francia. La reina Anne Estuardo (excelente Olivia Colman) está en un precario estado de salud, por lo que su amiga y mujer de confianza Sarah (estupenda Rachel Weisz), duquesa de Marlborough, gobierna el país en su nombre. La estabilidad de esta relación se verá trastocada cuando Sarah contrate como criada a su sobrina lejana Abigail (Emma Stone, para un servidor la mejor de la función), quien paulatinamente encandilará a la Reina con sus encantos para llegar a ser su favorita. Una comedia negra de juegos de poder y el cínico arribismo social de la época narrada desde un enfoque paródico y estilizado. Un retrato sin piedad de las miserias del comportamiento humana, y del absurdo del ambiente de la corte. Relato de sibilinas hembras con dagas afiladas ensalzado por el extraordinario trabajo de las tres actrices principales. El trabajo fotográfico es a su vez muy interesante, rodado el filme en planos amplios con grandes angulares, sosteniéndolos también en múltiples travellings, y haciendo uso puntual de objetivos ojo de pez. Pero la virtud que destaca sobre el resto es el sobresaliente guión, con muchas capas de análisis y disección de la psicología de sus personajes y sus interacciones, lleno de diálogos ingeniosos con líneas muy mordaces. Una película rica en matices que puede llegar a múltiples tipos de audiencia.

El complejo, cruel y interesante guión es puesta en escena con el gamberrismo provocador habitual de Lanthimos, afrontada con ligereza tonal y suavizada más que de costumbre. Esta se ejecuta con menos fuerza de la que podría tener por el tempo del filme, falto en general de una atmósfera opresiva o tensión que redondee la experiencia. La diversión se plantea desde la maldad, pero inofensiva, tan sólo pícara. Pero la complejidad de la trama no va acompañada de una riqueza formal que se relacione de manera especular. Las actrices y el guión ensombrecen la labor plástica de Lanthimos, que cierra el filme con un tercer acto anticlimático y una bizarra última secuencia. Una obra muy lograda y disfrutable, pero que en última instancia no produce el impacto que esperaba de ella, ni deja el poso de La langosta o El sacrificio de un ciervo sagrado.

Ácida, traviesa y jugosa, La favorita no remata pero da un relato enriquecedor, y prueba que Lanthimos sigue dirigiendo su estilo en atractivas y novedosas direcciones.