Muy polanskiana pieza sobre la guerra de sexos, profunda y de mucha referencialidad cultural… pero a la vez ligera y divertida.

El carácter teatral de la función propicia el lucimiento de los dos intérpretes, tanto Emmanuelle Seigner (esposa del director) como Mathieu Amalric, cuyo parecido físico con un joven Polanski resulta sorprendente. Que Polanski ponga en la palestra a su mujer y a un alter ego de sí mismo hace pensar que está dando rienda suelta a sus propios demonios personales y particulares.

Entre ambos personajes se desarrolla una relación opresor/oprimido sin que nunca tengamos claro quién domina a quién, por lo que a ratos parece una película ostentosamente misógina y a ratos todo lo contrario. Esa ambigüedad en las relaciones de dominación dentro de un ambiente cerrado y claustrofóbico me recordó bastante al Ingmar Bergman de "El rito".