Estamos acostumbrados a ver representado nuestro pasado y empatizar en mayor o menor medida. Pero aquí tenemos nuestro futuro. El nuestro o el de nuestros allegados. Un compendio de aceptación de la decrepitud del ser humano. Con dignidad y analizando las distintas formas de enfrentarse a él. Una oda a la vida, a toda la vida, no solo la juventud. Porque todo es vida. Una oda a las necesidades sentimentales. A las carencias abnegadas.
Michael Douglas y Alan Arkin representan esas partes de nuestro yo. Esas que buscan los contrarios: la razón y el corazón. Distintas formas de enfrentarse al ocaso de la vida, pero en circunstancias distintas. La unión es la amistad. La unión es la necesidad de sentir. El guion está lleno de un humor universal, pero con gancho y desparpajo. Las abruptas maneras dejan entrever la necesidad de empatizar. Unos papeles clavados a la perfección. Unas interpretaciones sublimes.