Una vuelta más al guion más manido de la historia. Tiene su' regustillo' de intensidad moral, se aparta del drama más sencillo, no busca el morbo ni la perturbación. No se instala en la confrontación ni el desaire a una historia ya conocida. No quiere releer o remarcar la diferencia por el 'postureo' moral. Gracias. Pero aun así no transite la intensidad que debería. No impulsa unas actuaciones livianas y sencillas, con puntos realistas y creíbles sin anodinas explicaciones. Elevación a los altares pura y dura de u personaje, que a pesar de tener un halo de empatía no se exprime en su plenitud ese jugo. Solo se desgaja una parte ínfima, sin remarcar esa tensión esperada, debidamente creíble y nada sobrevalorada. A veces debemos intensificar las palabras en un guion visto desde ella. No debemos olvidarnos que, como en la película, el principio y el fin es la palabra ejemplificada y personificada.