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Drama Franz Biberkopf, que sale de la cárcel después de una condena por homicidio, se muestra dispuesto a convertirse en un hombre honrado. Primera adaptación al cine de la exitosa novela homónima de 1929 escrita por Alfred Döblin, que también colaboró en el guión. (FILMAFFINITY)
29 de diciembre de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Berlín es cine. Los planos descriptivos de la ciudad y sus habitantes son lo mejor de esta película junto con la interpretación de Heinrich George como Biberkopf. Viendo ese Berlín bullicioso del propio tiempo del “Berlin Alexanderplatz” de Döblin me acuerdo de la interesante película “El asesino está entre nosotros” de Staudte (1946) cuya pronta (y ejemplar como el célebre poema de Niemöller) denuncia de los crímenes del nazismo se enmarca en un Berlín devastado en el que cualquier decorado no sería más que una trágica coincidencia. De un Berlín a otro pasaron muchas cosas pero sólo 15 años.

Llevar al cine “Berlin Alexanderplatz” de Döblin, “Ulises” de Joyce o “Viaje al fin de la noche” de Céline debe ser todo un reto debido a la gran cantidad de elementos literarios que contienen. Jutzi no deja de apuntar algunas líneas argumentales del libro original, pero discretas en su conjunto por su simplificación y su final edulcorado (aunque siempre nos quedará Fassbinder). La novela de Döblin, crítica de un sistema social desigual e injusto y una condición humana desquiciada, eleva a Berlín como gran protagonista y se publicó en 1929 alcanzando más éxito que la película que sólo es dos años posterior. Sin embargo, en 1933, en la Bebelplatz de Berlín, se produjo la quema de miles de libros que los nazis consideraban “degenerados” marcando el comienzo simbólico del suicidio europeo. “Berlin Alexanderplatz”, como tantas otras obras, estaba condenada, cosa que, paradójicamente, no sucedió con el director y actor principal de su versión cinematográfica.

Phil Jutzi, comunista comprometido, había realizado interesantes obras como “Hambre en Waldenburg” (1928) sobre la emigración campesina, “El infierno de los pobres o el viaje a la felicidad de madre Krause” (1929) obra demoledora sobre la lucha por la supervivencia o documentales como “1º de Mayo sangriento” (1929). Pero a partir de 1933 abandonó el llamado “cine proletario” y colaboró con la Alemania nazi dirigiendo 50 documentales menores hasta 1939 como “Las anécdotas sobre el viejo Fritz” (1935), “El alcohol y el volante” (1937) o “La malversación de fondos” (1938). Murió en 1946 en su Rheinland-Pfalz natal.

Heinrich George, también militante comunista, trabajó con Brecht e intervino en casi 100 películas como “Metropolis” (de 1926, Patrimonio de la Humanidad de Fritz Lang y Thea von Harbou). Pero también a partir de 1933 pasó a colaborar con el régimen nazi en películas de propaganda como la glorificación de las juventudes hitlerianas (continuación el la línea de “Hans Westmar. Uno de los muchos. Un destino de Alemania en 1929”) “El flecha Quex” (1933), la antisemita “El judío Süs” (1940) y muchas otras. Como Jutzi, murió en 1946 pero en la prisión soviética de Sachsenhausen.
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