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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
6
Aventuras. Fantástico. Acción Durante la Gran Depresión, Ann Darrow (Naomi Watts), una actriz de vodevil, se queda sin trabajo. Su suerte parece cambiar cuando conoce a Carl Denham (Jack Black), un empresario que lucha para abrirse camino en el mundo del espectáculo. A ellos se une Jack Driscoll (Adrien Brody), un autor de teatro. Los tres emprenden un viaje a una remota isla, donde Denham tiene previsto dirigir una película. En una frondosa selva, descubren a King ... [+]
7 de abril de 2013
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo en una ceremonia de los Goya un monólogo de Santiago Segura preguntándose burlón qué quedaría del cine de Spielberg si se le quitaran los efectos especiales. Ante el televisor le respondí que lo que quedaría seguiría siendo un cineasta de primerísimo orden (acaso podríamos definirlo también como especialista en afectos espaciales) al que ni en sus mejores sueños podrá jamás tan siquiera acercarse a cien leguas. Me dije, a continuación, que algo más acertado habría sido el comentario caso de tener por receptor a Peter Jackson.

No en un sentido estricto, por supuesto, porqué Jackson no deja de ser un director dotado de oficio, de igual manera que llevar a buen puerto lujosas y costosísimas superproducciones requiere también un talento específico que sin duda posee, y no hay que escatimarle elogios en ese aspecto. No obstante, ante su cine siempre he tenido la sensación de una excesiva dependencia de la visualización de la espectacularidad, que contrasta con una pérdida de interés en los momentos que conviene apelar a la capacidad de sugerencia.

El largo trayecto en barco hacia la isla de King Kong, como ejemplo más obvio. Ahí, donde deberíamos sentir la palpitación del misterio, la incertidumbre del viaje hacia lo desconocido, el creciente desasosiego que causa lo intangible. Ahí, donde el mejor Shyamalan nos haría contener el aliento, es donde Jackson solo nos hace desear que lleguen de una puñetera vez y nos enseñen al bicho. Se acumula mucha más tensión en el brevísimo prólogo en el barco de "Shutter Island" que en toda esta secuencia. Y, al llegar, naturalmente, el director no tiene otra manera de comunicarnos la proximidad del peligro que el alarido de la bestia destrozando el dolby surround mientras la cámara hace arabescos digitales por entre las comisuras de los arrecifes.

Más tarde, cuando King Kong llena la pantalla en la selva y en la jungla de asfalto, y vive su dulce romance con la siempre maravillosa Naomi Watts (¡qué conjugación de belleza y talento!) las aguas vuelven a su cauce y Jackson se siente y nos hace sentir a gusto, aunque para llegar a ello antes hemos tenido que sufrir otro de los efectos colaterales de su forma de entender el cine: en el infinito afán de grandiosidad, aparecen en la isla tantos monstruos y tan extremadamente fantásticos, que parece mentira que los protagonistas no quieran capturarlos a ellos en lugar de Kong, que al fin y al cabo no es más que un simple gorila, solo que más grande.

Como coda, a menudo he imaginado a Peter Jackson, Roland Emmerich y James Cameron emborrachándose en algún tugurio de mala muerte para tratar de olvidar que algunas de sus películas concebidas como el súmmum de lo espectacular, pese a ser bastante modernas no llegaron a tiempo para aprovechar las posibilidades del 3D.
Quim Casals
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