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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Intriga. Cine negro Una noche de tormenta, Hugo e Ivón llegan a un hotel de Gijón acompañados del hijo del primero. Salen a ver el mar embravecido y poco después Ivón regresa pidiendo socorro porque el muchacho ha sido arrastrado por el mar. Como el cadáver no aparece, un comisario se hace cargo del caso. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2013
63 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia del cine, ante todo el cine clásico, está llena de grandes películas que acaban mal. No quiero decir con ello que se trate de finales trágicos —más bien lo contrario— sino que resultan incoherentes con la lógica interna del relato e incluso llega a haber casos en que se contradice la totalidad del discurso temático del film. Los finales de "El último" y "El cuarto mandamiento" (éste ni siquiera rodado por Welles) posiblemente sean los más paradigmáticos en este sentido.

Obviamente, a día de hoy sabemos que en numerosas ocasiones ello era causado por razones ajenas a la voluntad específicamente artística de los más directamente implicados en la realización (directores, guionistas…). A veces, motivos puramente comerciales por parte de los productores y, muchas otras, a partir de los férreos códigos de censura a nivel estatal.

Cualquier espectador actual que vea por primera vez "Los peces rojos" advierte sin esfuerzo que estamos ante una de esas películas que acaban mal. Como ya se ha comentado en las otras críticas, la razón en este caso es que la censura no permitió el final que el guionista, Carlos Blanco, había concebido. Es una lástima, no tanto por el final que a la postre tuvo, que no es que desbarate la trama ni muchísimo menos, como por el hecho que el final auténtico era perfecto, al convertir la totalidad de la historia en un artefacto creativo absolutamente redondo y antológico. Sin embargo, como en los citados casos de Murnau o Welles, la historia se resiente, pero no la película.

La prueba la tenemos gracias a Antonio Giménez Rico y su remake "Hotel Danubio" de 2003, fotocopia en colores de "Los peces rojos" que, como única y gran novedad, aporta la restitución del final verdadero. Si nos atenemos a lo que se nos cuenta, parecería que esta segunda versión es la "completa" y definitiva, pero si observamos cómo se nos cuenta, no podemos si no advertir la abismal diferencia de calidad entre ambas propuestas. El interés de "Hotel Danubio" reside en aquello que puede copiar directamente de su predecesora (el argumento, los diálogos, incluso muchos encuadres). Pero si acudimos a lo que no se puede copiar (las interpretaciones, la luz, la íntima vibración de cada plano, de cada imagen…, en definitiva, todo aquello que por defecto es puramente cinematográfico) vemos que lo que en una es vida, alma, nervio, emoción, en la otra es languidez de cartón piedra. Salvando las distancias, porqué la intención era otra, es parangonable a la diferencia que existe entre la "Psicosis" de Hitchcock y el experimento de Gus Van Sant en su copia plano a plano.

Si vamos a la fecha del estreno de "Los peces rojos", quizás solo Bardem, con la coetánea "Muerte de un ciclista" y la anterior "Calle Mayor" se situaba entonces a una altura similar. Porqué, hora ya es de decirlo, o repetirlo, "Los peces rojos" se consagra hoy todavía como una de las mejores y más originales películas del cine español, aunque lamentablemente a nivel de conocimiento popular no haya obtenido la fama que merece.
Quim Casals
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