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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Drama Helene podría tener una vida feliz junto a su marido, pero se aburre. Mantiene una relación con un hombre más joven; no sabe si es ella o su dinero lo que atrae a este hombre. Pero Helene tiene la sensación de sentirse viva aunque para ello tenga que pagar al joven. (FILMAFFINITY)
11 de noviembre de 2010
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si "Cantando bajo la lluvia" es el mejor antidepresivo concebido por el cine, "El viento de la noche" supone, por el contrario, una nada disimulada invitación al nihilismo más desolador.

Por lo que tengo entendido —hasta ahora de Philippe Garrel sólo he visto también "El nacimiento del amor"— la película es coherente temática y tonalmente con el resto de su obra, pero implica en su estilo visual una de sus escasas rupturas, ya que se trata de un cineasta abonado al blanco y negro y al formato cuadrado, que aquí trabaja en color y cinemascope, además de utilizar, también excepcionalmente, a una diva del cine galo como Catherine Deneuve.

Su trabajo con el color —o, mejor, su actitud al afrontarlo— me recuerda a la de muchos grandes directores del cine clásico (léase Ozu, Eisenstein, Kurosawa, Nicholas Ray, Minnelli…) que abordaban sus primeros encuentros con el color, no como una novedad sin más, sino como la exploración a fondo de un nuevo camino expresivo (en definitiva, lo que podríamos llamar el "uso significativo" del color). De esta manera, el reto es conseguido cuando uno percibe que el color resulta indispensable para la comprensión de la obra.

Considero que Garrel sale airoso de ese reto, jugando, por ejemplo, con la presencia de un Porsche rojo donde viajan los dos protagonistas masculinos, y creando así un efecto óptico similar —aunque las intenciones sean opuestas— al de "El globo rojo", o haciendo que la primera vez que Deneuve sube al coche lleve ella también un llamativo abrigo rojo. Hay un trabajo muy cuidado con la luz, el maquillaje y los decorados: Deneuve se muestra siempre etérea, con un rostro blanquecino, y a menudo la vemos ante ventanales donde también se filtra luz blanca. En contraste, la cámara penetra en los surcos cavernosos del rostro del actor Daniel Duval, en el papel de un hombre maduro, que fue joven y entusiasta en el 68, y que arrastra consigo una profunda tragedia personal. Predominan los tonos apagados y discretos, y muchos momentos sin diálogo tienen como único acompañamiento el piano de John Cale, una partitura hermosísima que nos sumerge en un hálito de melancolía.

En este drama a tres bandas, abundan las deliberaciones sobre el desencanto tras el mundo que se negó a cambiar después del mayo del 68, pero no como tema central del film, sino como contexto o telón de fondo dónde ubicar una historia mucho más intemporal y universal, que reflexiona muy dolorosamente sobre la memoria, las relaciones humanas y la búsqueda del amor.

En un momento dado, el personaje encarnado por Daniel Duval le dice al de Catherine Deneuve: "Cuando se hace intensamente el amor se está muy solo. Es precisamente porqué ambos estamos solos que los dos formamos uno".
Quim Casals
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