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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Comedia. Romance Sean Thornton (John Wayne), un boxeador norteamericano, regresa a su Irlanda natal para recuperar su granja y olvidar su pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), una chica muy temperamental, aunque para conseguirla deberá luchar contra las costumbres locales, como el pago de la dote, y, además, contra la oposición del hermano de su prometida (Victor McLaglen). (FILMAFFINITY)
3 de enero de 2011
42 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revisité hace pocas fechas y por enésima vez este clásico con un pase televisivo visionado desde el lugar y las circunstancias menos propicios para la esperanza. En tal contexto, el entregado canto a la vida de esta película me reveló, de manera más poderosa que nunca, su efecto balsámico para el alma.

Está claro que Ford no filma Irlanda. Utiliza sus paisajes, sus brumas, sus tópicos y estereotipos para edificar y hacernos partícipes de su particular Arcadia feliz. Todo es estilizada y bellamente irreal, como ese viento huracanado que propicia la exagerada coreografía que precede al beso.

Contaba el hermano de Maureen O'Hara en un documental de Lindsay Anderson que, en su función de buscar localizaciones, llevó a Ford a lo alto de un montículo, desde el cual se divisaba la estación del tren, con el propósito de convencerle que sería un lugar ideal para filmar la llegada de Sean Thorton a Irlanda. Ford replicó: "Para hablar con alguien, ¿te agachas o te subes a una escalera, o bien permaneces de pie mirándole a los ojos? Pues así es cómo yo filmo mis películas". Y así es cómo, efectivamente, vemos el tren desde la perspectiva que tendría una persona esperando en el andén. La cámara a la altura del ser humano no es una cuestión meramente formal. Simboliza una actitud moral: el profundo humanismo fordiano.

De ahí se deriva el ya mencionado canto a la vida, al amor, a la amistad, a la nobleza de espíritu, tan sincero y arrollador que deja en un segundo plano los aspectos más discutibles, caso del poco disimulado machismo que se manifiesta en el trato dispensado a las mujeres o en esas primitivas ceremonias de virilidad resueltas a base de puñetazos.

Cuando Sean y Mary Kate, al iniciar su noviazgo, huyen en un tándem del carro conducido por su carabina, no reciben ninguna reprimenda. Su "indisciplina" ya forma tácitamente parte de lo establecido. La historia del regreso de Sean Thorton a su tierra natal es la historia de su progresivo acatamiento de unas estrictas normas sociales donde todo, absolutamente todo, está rígidamente ritualizado: los cantos corales comunitarios, los flirteos, las discusiones pecuniarias, las dotes, las borracheras…

Aquí reside la finalmente inesperada gran paradoja de "El hombre tranquilo": tan gozosa es nuestra visita a las mágicas y oníricas tierras de Innisfree, que durante dos horas nos sentimos totalmente libres de nuestras ataduras cotidianas, mientras se nos cuenta la historia de unos hombres y mujeres condenados a perpetuar ad infinitum unas mismas convenciones sociales.
Quim Casals
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