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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
9
Western. Drama. Thriller Jeb Rand (Robert Mitchum) es un hombre atormentado por los recuerdos de su infancia. Adoptado a los cuatro años por Medora Callum (Judith Anderson), tras el asesinato de toda su familia, Jeb crece sin problemas en su nuevo hogar. Sin embargo, sus traumas infantiles vuelven una y otra vez a través de sus sueños. Y sus pesadillas se hacen realidad cuando reaparece el hombre que después de acabar con su familia, no ha dejado de buscarlo ... [+]
13 de enero de 2010
73 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí se trata de un excelente western y mi preferido del propio Walsh, lo que significa que también lo considero una de sus cimas creativas, junto a obras como "Al rojo vivo" o "El último refugio". Si de Hawks me seduce especialmente el sentido del humor (no sólo en sus comedias, sino presente por doquier, por ejemplo en "El Dorado"), de Walsh, en cambio, me atrae de una forma magnética el aliento trágico que emana buena parte de su obra (y que, no obstante, no desemboca en un nihilismo o pesimismo existencial, sino, paradójicamente, en la exaltación de la vida, la pasión, el amor…). Convencionalmente, el adjetivo "shakesperiano" sale a relucir en los artículos sobre este director, y "Perseguido" es una muestra de cuan acertado resulta.

Se dio en esta producción una convergencia de aspectos positivos: por un lado, el estupendo guión de Niven Busch (responsable también de "Duelo al sol", lo que puede dar una idea de por dónde van los tiros), que bebe de la moda psicoanalítica de la época ("Recuerda", "Secreto tras la puerta"…) para configurar un angustioso thriller sobre un hombre perseguido por fantasmas del pasado, y cuyas claves, muy bien dosificadas a lo largo del metraje, no se desvelan hasta el final. "Perseguido", en efecto, es un western, pero bien podría no serlo (en la misma línea de lo que ya demostró Walsh con el díptico "El último refugio" y "Juntos hasta la muerte").

El segundo aspecto refuerza esta idea, a partir de la extraordinaria fotografía a cargo de James Wong Howe, quien crea un fantasmagórico universo expresionista, con muchas escenas nocturnas o de interiores, que dibuja en los rostros de los personajes inquietantes juegos de luces y sombras, en la mejor tradición del cine negro; o, también, la utilización de las sobreimpresiones (el leitmotiv visual de unas espuelas, sueño recurrente del protagonista). Film claustrofóbico hasta la médula, los escasos exteriores diurnos refuerzan esta sensación con la estrategia de visualizar a los personajes como puntos diminutos en un paisaje rocoso y lunar que parece amordazarles (como anécdota, anotemos el plano donde el protagonista cabalga lentamente en primer término, mientras al fondo, sobre un cerro, un jinete le sigue en paralelo; escena que se convierte, pues, en una minimalista anticipación de uno de los mejores momentos de "Centauros del desierto").

En tercer lugar, constatar el sobrio y eficaz trabajo de todo el reparto, encabezado por Robert Mitchum (además, su rostro anguloso siempre fue propicio para este tipo de fotografía) y las hitchcockianas Teresa Wright y Judith Anderson (la inolvidable ama de llaves de "Rebeca").

Y, como colofón y unificador de todo ello, un Raoul Walsh en plena forma, lo que redunda en la narración clara, vigorosa, rítmicamente impecable y, en última instancia, profundamente poética, tan característica de quien fue uno de los grandes artífices del cine clásico americano.
Quim Casals
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