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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Aventuras En la Irlanda de 1815 los patriotas luchan contra el invasor inglés. Michael Martin, un joven impulsivo y audaz, es miembro de una sociedad revolucionaria que lucha por la independencia de Irlanda. Con el fin de servir a la causa, comete toda clase de robos. Cuando una de sus víctimas lo reconoce, se ve obligado a huir a Dublín, donde llega a ser el lugarteniente del famoso capitán Thunderbolt. (FILMAFFINITY)
26 de enero de 2012
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo la impresión que desde los años setenta hasta hoy, el nombre de Douglas Sirk tiende a invocarse más como fuente de inspiración estética para otros directores (especialmente Fassbinder o Almodóvar) que por su propia obra, de la cual a su vez también se tiende a recordar solamente la faceta "melodramática".

Sin embargo, en películas tan dispares como la deliciosa comedia con tintes musicales "¿Alguien ha visto a mi chica?", esta aventurera "Orgullo de raza" (pomposa traducción del distendido original, referente al apodo —pies ligeros— que recibe el protagonista), o incluso proyectos aún más llamativos como "Atila, rey de los hunos", podemos apreciar el mismo talento y elegancia en la puesta en escena que le servían para sublimar imposibles folletines.

Cuenta el propio Sirk en "Douglas Sirk por Douglas Sirk", de John Hallyday (uno de los libros-entrevista a directores que considero más recomendables) que fue éste un proyecto muy querido y del que guardó siempre un gran recuerdo, al poder rodar en Irlanda, tierra que adoraba. Basándose en una novela de W.R. Burnett (uno de los grandes referentes de la novela negra americana, con hitos como "High Sierra") y sin rehuir los arquetipos más reconocibles en la construcción de caracteres —no es descartable la influencia de "El hombre tranquilo"—, la historia narra la lucha independentista irlandesa en el XIX, aunque, al contrario que el tono elegíaco y sombrío mostrado en los años 30 nuevamente por Ford en "El delator" o "La Osa Mayor y las estrellas", la revolución aquí es más bien la excusa para desarrollar una trepidante y desenfadada aventura llena de acción y con muchos toques de comedia —extraordinaria en este sentido la secuencia del duelo— que, por la justeza de un ritmo que no da tregua espectador, bien podría pasar por ser de Raoul Walsh.

Tanto por su apostura, juventud (las canas de Stewart Granger, por citar un habitual en esa época en propuestas similares, no encajarían en un relato que tiene mucho de iniciático) y la simpatía burlona que desprende, Rock Hudson se revela aquí como intérprete ideal. Asimismo, destaca poderosamente la fotografía de Irving Glassberg ("Horizontes lejanos", y que de nuevo coincidiría con Sirk con un blanco y negro magistral en "Ángeles sin brillo", tal vez su obra mayor), la cual, sin llegar al abigarramiento de la segunda versión de "El prisionero de Zenda", inunda la pantalla de un vivo colorido, conjugando en los planos los verdes prados, el uniforme rojo de los dragones, la casaca azul de Rock Hudson, los vestidos de Barbara Rush…

En definitiva, el gozo comentado por el director en el rodaje se traslada a los resultados en la pantalla, dando lugar a una de esas películas ideales para la sesión de tarde de un sábado, donde la diversión y el entretenimiento están del todo asegurados, y que constituye un festín cinematográfico que sirve para reivindicar una vez más la figura de Douglas Sirk, por encima de los tópicos que aún lo encasillan.
Quim Casals
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