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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
7
Drama Una compañía francesa de teatro se propone representar una obra en Sarajevo, pero sus miembros son capturados y recluidos en un campo de prisioneros de guerra. Entonces pedirán ayuda a sus amigos más influyentes para que gestionen su liberación. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2011
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como "Granujas de medio pelo", de Woody Allen, que no deja de ser una hábil combinación de dos mediometrajes hasta dónde daban —un atraco "rufufuniano" y el ascenso social de unos horteras nuevos ricos—, la construcción de "For Ever Mozart" conjuga una primera parte centrada en la guerra de los Balcanes —dos primos que inician un viaje a Sarajevo para representar una obra de teatro— con una segunda basada en los avatares de un rodaje, más un epílogo sobre un concierto de Mozart.

Aunque Godard apuntó en declaraciones una unidad discursiva a partir de las artes tratadas ("primero viene el teatro, y después la novela de aventuras, el cine y la música"), parece más bien la yuxtaposición algo forzada de diversos embriones de posibles películas (de hecho, el conflicto bosnio deviene una de sus principales preocupaciones en esos años, y a él dedicó el corto "Je vous salue, Sarajevo" y más tarde la totalidad de "Nuestra música").

Después de la complejidad formal de sus "Histoire(s) du cinéma", Godard parece buscar una cierta sencillez narrativa, a la vez que un tono oscilante entre la densidad filosófica y la farsa burlesca. Como ya es habitual en esta etapa, los diálogos se nutren de préstamos literarios, no siempre explicitando la fuente. Así, en el primer tramo se cita a Juan Goytisolo ("La historia europea de los años 90 es una simple repetición con ligeras variantes sinfónicas de la cobardía y la confusión de los años 30") o se comenta que "nadie es absolutamente inocente de aquello que podría impedir, pero nadie es totalmente culpable de lo que hace". En contraste con esta gravedad, encontramos a un guerrillero que pregunta: "Me aburro, ¿qué hago?", y su jefe le responde: "¡Vete a disparar!".

Este difícil equilibrio entre tonos aparece más logrado en el fragmento dedicado al cine. Una frase cargada de sentido ("La guerra es simple, es meter un trozo de hierro en un trozo de carne") sirve al mismo tiempo para un gag cuando en el casting numerosos aspirantes no pueden terminar de pronunciar ni la primera sílaba antes de ser rechazados. También veremos cómo se sobrepasan las 600 tomas con la actriz principal, en un plano dónde tan solo debe pronunciar la palabra "sí" (claro que Kubrick se preguntaría dónde está el chiste). Aunque mi instante preferido es la desesperación del asistente de producción quejándose que la playa dónde se rueda la película no contiene suficiente agua.

Entre tantos disparates —queda clara la mirada cínicamente crítica de Godard hacia la industria cinematográfica predominante—, el director ficticio tiene tiempo de decir que "el cine sustituye nuestra mirada por un mundo que se ajusta a nuestros deseos" o parafrasear esta genial aseveración que Manoel de Oliviera trasladó una vez al propio Godard: "Esto es lo que me gusta en general del cine: una saturación de signos magníficos que están inmersos en la luz de su ausencia de explicación".
Quim Casals
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