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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
7
Western Tras muchos años de ausencia, los tres hijos mayores de Katie Elder regresan a su pueblo natal para asistir al funeral de su madre. Pronto averiguarán que su padre murió asesinado después de perder su rancho en una partida de cartas. A partir de ese momento, no descansarán hasta encontrar al asesino y recuperar sus propiedades. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2011
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el cine de Henry Hathaway como esos equipos de Primera acostumbrados a transitar sin sobresaltos por la zona media de la tabla, sin aspiraciones europeas pero sin sufrir tampoco por el descenso. Ello se traduce en un prestigio crítico limitado, de tipo enciclopédico, bajo esa tópica etiqueta de "eficaz artesano al servicio de los Estudios, sin intencionalidad de autoría", que es más o menos la que reciben este tipo de cineastas. Hay algo de injusto en ese veredicto, porqué conduce a estos directores al ostracismo, aún cuando hayan dejado estupendas películas e incluso numerosos destellos de genialidad (véase spoiler).

"Los cuatro hijos de Katie Elder" es un buen ejemplo de este saber hacer. Como "Río Lobo" o las producciones en esos años de Andrew Victor McLaglen o Burt Kennedy, se trata de uno de esos westerns que pretendían perpetuar el clasicismo formal y temático del género, en unos tiempos dónde éste se asomaba hacia nuevos derroteros (Peckinpah, Leone…). Contaban para ello con los actores y técnicos más emblemáticos. Así, cuando al inicio del relato, sólo tres hermanos parecen estar presentes en el funeral de su madre, Katie Elder, la cámara nos muestra, en un encuadre bellísimo, al hijo mayor, John Wayne —su primera aparición en el film—, contemplando la escena desde lo alto de un cerro recortando el cielo. Las razones dramatúrgicas para que el personaje esté de incógnito son más bien endebles; se trata, ante todo, de establecer una complicidad emocional y meta-cinematográfica con el público, que en ese momento no percibe a un hijo de Katie Elder, sino al mito por antonomasia del Oeste, John Wayne, en su aparición estelar.

Como decía, pocos reparos tiene el film desde el punto de vista de la puesta en escena, con una fotografía espléndida de Lucien Ballard (destacan las composiciones enmarcando a los personajes bajo los porches de las casas y la limpia mirada sobre el paisaje), un ritmo vivaz y una épica partitura de Elmer Bernstein, prima hermana de la compusiera para "Los siete magníficos".

Lamentablemente, dónde flojea notablemente la propuesta es en el guión, que desaprovecha el punto de partida —cuatro hermanos muy distintos que se reencuentran tras muchos años y vengarán los agravios sufridos por sus padres—, al no desarrollar más y mejor los rasgos de cada hermano y sus interrelaciones. Se pasa, así, sin solución de continuidad de los recelos y las tensiones a una camaradería bromista, sin decantarse definitivamente por ningún tono. La química entre Wayne y Dean Martin, al contrario que en "Río Bravo", se torna casi inexistente, y si allí los momentos "relajados", como cuando cantan en la cárcel, se contaban entre los mejores, aquí resultan los más monótonos y prescindibles. Es en el movimiento, en la acción pura de las escaramuzas, las luchas y los tiroteos, dónde Hathaway tiene la única y gran ocasión de demostrar todo su poderío, y a fe que lo consigue.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quim Casals
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