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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Aventuras. Fantástico. Drama Tras una larga y cruenta guerra, Uther Pendragon le ruega al mago Merlín que le ayude a seducir a la esposa de su nuevo aliado, el Duque de Cornwall. Merlín accede, pero a condición de que el fruto de esa unión le sea entregado. Esa misma noche, es concebido Arturo. Dieciocho años después, los nobles de un reino cuyo trono está vacante intentan apoderarse de Excalibur, la espada mágica que está incrustada en una piedra desde la muerte de Uther. (FILMAFFINITY) [+]
10 de julio de 2011
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras sólo se viva una vez y los días sean de veinticuatro horas, los cinéfilos no tenemos más remedio que resignarnos y aceptar que todas las películas que veremos a lo largo de nuestra vida nunca serán tantas como las que nos quedarán por ver.

En virtud de las leyes físicas uno debe priorizar y elegir. En mi caso, "Excalibur" parecía destinada a formar parte de las nunca vistas, porqué las fantasías épicas medievales de espada y brujería no me llaman nada la atención (y, sinceramente, lo que les sucediera o dejara de suceder a Arturo, Lancelot, Perceval y compañía tampoco nunca me ha quitado el sueño).

Pero la providencia se cruzó en mi camino en forma de entusiasta recomendación de mi amigo Winnipeg, así que le hice un hueco y ahora ya me puedo sentir afortunado de haberla visto. Les invito a la lectura de su crítica (por si se le ocurre cambiar de apodo, es la titulada "Hacia las nieblas de Avalon"), ya que se expande hacia una excelente disertación —que comparto plenamente— acerca de la esencia del arte cinematográfico.

Por mi ignorancia al respecto, no estoy en condiciones de valorar el film en cuanto representante fiel de las tradiciones del ciclo artúrico, pero sí puedo opinar que a lo largo de su metraje hay sobradas oportunidades para recitar como un mantra la mítica frase que se escuchaba en los años del arte y ensayo, "¡esto es cine!". Curiosa frase —Godard escribía que nadie necesita gritar "¡esto es novela!"o "¡esto es teatro!"— que, bajo su apariencia de trasnochada, se revele quizás como aún muy necesaria.

Los aspectos en este caso más destacados son, para mí, la dirección artística y la fotografía —es fascinante la forma de jugar con los elementos naturales para dotarlos de una gran carga mítica y mística, el sentido en el uso de las armaduras, ya sea relucientes con múltiples reflejos solares o ya sucias, según la etapa de armonía o de caos en que estemos, o la belleza de todas las escenas dónde interviene la Dama del Lago—, así como el inteligente uso de las elipsis, el montaje (en especial el paralelo) y la música, sobre todo la de Wagner. Pero aunque sobre el papel se puedan identificar y estudiar estos elementos por separado, si en definitiva sostenemos que se trata de cine es porqué durante la proyección se funden en una unidad orgánica.

Así, pues, parafraseando a Gabriel Celaya, una película cargada de cine. A mi entender, lo ideal sería que los términos película y cine se interrelacionaran por defecto en calidad de continente y contenido. Sin embargo, a menudo aparecen disociados, puesto que para hacer cine se necesita un cierto grado de sensibilidad artística mientras que para hacer películas basta con tener dinero. Por eso siempre habrá menos cine que películas (aunque gracias a Dios sí el suficiente para ocupar toda la vida de un espectador exigente y quedarse, como apuntaba al principio, todavía con ganas de más).
Quim Casals
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