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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
9
Bélico. Drama Año 1937. Guerra chino-japonesa. En su avance por territorio chino, las tropas niponas llegan hasta Nanking, la capital, donde cometen toda clase de atrocidades. La historia sigue el destino de varios personajes, unos ficticios y otros reales. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2009
103 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con todas las posibilidades que concede un altísimo presupuesto, y a través de unas crudas imágenes en un magistral blanco y negro, engarzadas en un montaje que se me antoja ejemplar, el director Lu Chuan expone la masacre de Nanjing por parte del ejército japonés en 1937.

Aunque las primeras referencias, sobre todo a nivel formal, que a uno le vienen a la cabeza después del visionado sean "La lista de Schindler" o "Salvar al soldado Ryan", con el paso de los días advierto quizás un mayor paralelismo con obras como "El pianista" o la más antigua "Uno rojo: división de choque", en cuanto a una sequedad expositiva que se basta a sí misma para impresionar vivamente al espectador, sin necesidad de recurrir a determinados artificios, posiblemente de un carácter más efectista, simplista o incluso maniqueo.

Poco respiro da esta narración, inundada de horror hasta donde llega la capacidad más detestable del ser humano. Es ante todo un relato coral, que nos lleva al devenir de una serie de personajes, punteado por la mirada de un soldado japonés; una mirada, como la nuestra, cada vez más atónita ante el creciente afán de destrucción.

Probablemente, una de las características más notorias del mejor cine asiático de los últimos años (pensemos en Yimou, por ejemplo), y que lo diferencia de otras cinematografías, sea el rigor en la concepción del encuadre y la disposición de sus elementos, lo cual genera en el espectador una impresión de gran belleza estética. La película de Lu Chuan no es una excepción de esta tendencia. Y, aunque parezca paradójico —o quizás sea éste otro de los eternos enigmas del arte— esta belleza no entra en contradicción con los terribles hechos que se narran (algo similar, en otro sentido, ocurre en "La isla", de Kim Ki-duk, deslumbrante poema visual con masoquistas escenas de autolesiones).

El hermoso título, "Ciudad de vida y muerte", que diríase extraído de una novela rusa del siglo XIX, me parece completamente acertado en su síntesis del sentido del film. Mucha violencia y muerte hallamos en él, pero al mismo tiempo sobrevuela, exiguo pero incesante, como la llama de una vela que se resiste a desaparecer, el espíritu de la vida, de la esperanza, la solidaridad, el sacrificio. En este sentido, podemos destacar la aparición del alemán John Rabe, el llamado "Schindler de China", aunque quizás el ejemplo más contundente lo encontramos en el inmenso sacrificio de todas las mujeres que deciden prostituir sus cuerpos como única manera de evitar un puñado de muertes.

En la exaltación última de este profundo humanismo se halla, a mi juicio, la grandeza de la película, para mí una de las mejores del cine contemporáneo y una cima del bélico de todas las épocas (asumiendo que mi juicio sobre este género está sesgado por unos principios éticos que me llevan a rechazar las obras apologéticas, en favor de aquellas que denuncian la absurdidad y el sinsentido de la guerra).
Quim Casals
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