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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
7
Western Brendan O'Malley (Kirk Douglas), un antiguo pistolero, llega a México para buscar a Belle Breckenridge (Dorothy Malone), que resulta estar casada con un borracho (Cotten). Éste le pide ayuda para conducir un rebaño a Texas. Tras los pasos de O'Malley va Dana Stribling (Rock Hudson), un vengativo sheriff que tiene motivos personales para arrestarlo. (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2012
22 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película se parece, desde la perspectiva culé, al Barça-Betis (4-2) de Liga que se jugó el día antes de redactar esta reseña. Dos goles blaugranas antes del cuarto de hora generaron la promesa de un enésimo recital. No obstante, durante un buen trecho, el Barça se atascó un poco, el balón no fluyó como suele, y el siempre simpático Betis jugó estupendamente sus cartas hasta el punto de lograr el empate. En el tramo final, sin embargo, el Barça remontó, tanto en goles como en el reencuentro con la identidad futbolística que le ha caracterizado en los últimos tiempos y le ha convertido en una referencia mundial.

Asimismo, "El último atardecer" empieza francamente bien, con la presentación de fascinantes y torturados personajes marcados por el pasado (cuyos detalles el guión de Dalton Trumbo dosifica muy sabiamente y los expone al público siempre en el momento apropiado). Pero durante el trayecto (o así al menos me lo pareció), como en una estupenda escena dónde Rock Hudson queda preso en arenas movedizas, la historia parece embarrancarse ligeramente, como si deambulara por terreno inseguro o no supiera encontrar el tono adecuado para compaginar el drama, el romance o la simple evasión aventurera (la cual de todas maneras nos regala bohemios y encantadores momentos, como aquel de Kirk Douglas cantando graciosamente en castellano).

Sin embargo, en la última media hora, y coincidiendo significativamente con el momento en que el consabido (y algo forzado) triángulo amoroso se convierte en cuarteto, la cinta remonta y remonta, cada vez más alto, haciendo no ya justicia a la promesa inicial, sino llevándola aún más lejos, y arrastrando al espectador —agarrado por dónde más duele— hacia una vorágine de emociones difíciles de olvidar.

Aparte de los mencionados repuntes de guión, cabe resaltar el compacto trabajo actoral (dónde, a mi juicio, el duelo Kirk Douglas-Rock Hudson lo gana el primero, sin olvidar la pequeña en minutos pero grande en densidad aportación de Joseph Cotten, ni la estupenda interpretación de la más desconocida de todos, la joven Carol Lynlei), la belleza pictórica de numerosos encuadres —dignos, valga la redundancia, de encuadrarse— y el brío en la dirección que Robert Aldrich siempre demostró en sus mejores momentos.

En definitiva, el gran sabor de boca que deja este sumamente reivindicable western, permite, pues, concitar una reflexión sobre cómo a veces películas que uno percibe como irregulares acaban, sin embargo, impregnando con mayor fuerza el corazón y la memoria que otras quizás más equilibradas, pero con menos cimas de pasión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quim Casals
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