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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
9
Mi viaje a Italia
1999 Italia
Documental, Intervenciones de: Martin Scorsese
7,6
782
Documental A través de una televisión de 40 cm, en compañía de sus padres, abuelos y vecinos del edificio siciliano de Elizabeth Street (en el Little Italy de Nueva York), el pequeño Martin Scorsese descubre el cine italiano. La mayoría de las películas se encontraban en mal estado, había sido reeditadas con cortes de publicidad. Sin embargo, supusieron el primer contacto con sus orígenes: la región de Sicilia, de donde emigraron sus abuelos en ... [+]
12 de febrero de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El cine italiano según Scorsese" es el título de la edición española en DVD de este documental televisivo, dividido en cuatro capítulos. En la percepción subjetiva del tiempo, sus más de cuatro horas totales han pasado para mí como una exhalación.

Formalmente, Scorsese no utiliza aquí ningún lenguaje innovador u experimental —como puede hacer Godard, por ejemplo, en sus "Histoires (du) cinéma"—. De manera más tradicional, se limita a breves apariciones personales en blanco y negro, muestra algunos retratos o viejas filmaciones de su familia y, sobre todo, deja que fluyan, al tiempo que analiza, numerosos fragmentos de películas italianas.

Hay espacio para los orígenes de esa industria, con piezas tan señeras como "Cabiria", pero el director no se guía por un afán historicista o exhaustivo, sino que deja bien claro desde el primer momento que hablará de su vivencia, de sus recuerdos autobiográficos con respecto a las películas que le marcaron. Surgen así títulos hoy bastante olvidados, como "Fabiola" o "La corona de hierro", ambos de Blasetti. No obstante, el grueso del documental, como por otra parte cabría esperar, se dedica a ese intervalo tan crucial en la historia del cine —no sólo el italiano—, que va del neorrealismo a la modernidad que encarnaron Antonioni o Fellini en los sesenta.

De esta manera asistimos a largos pasajes de títulos fundamentales, punteados por la voz en off de Scorsese, que nos invita a fijarnos en ese o aquel detalle. Así, hace que prestemos atención a la escena de obertura de "Senso" y comprobemos cómo la música de la ópera que se representa se convierte en una banda sonora perfectamente sincronizada con el montaje y los movimientos de los actores. O, en "El oro de Nápoles", nos muestra el momento en qué un divertidísimo Paolo Stoppa hace el ademán de tirarse desde una terraza, pero le delata el detalle de girar la cabeza para cerciorarse que los amigos que corren tras él llegarán a tiempo de detenerle. Scorsese hace una "repetición de la jugada" para que nos fijemos muy especialmente en la precisa y justa velocidad de ese giro de la cabeza: si hubiese sido más rápido, nos cuenta, habría pasado desapercibido para el público; si fuera más lento, resultaría demasiado cómico.

Por mi experiencia, puedo dar fe que no soy el único a quien la visión de este documental ha llevado a un profundo interés por revisar las películas ya vistas y tratar de descubrir las inéditas. Es una muestra más del poder persuasivo de esta obra, poder que brota del entusiasmo con qué el narrador cuenta su historia. De la misma manera que la mítica entrevista de Truffaut a Hitchcock sobrepasa el estudio sobre el director inglés para erigirse en una clase magistral de cine, este personal recorrido por la cinematografía italiana se transmuta, finalmente, en una cálida, amena e irresistible lección de cine. O, para decirlo con las palabras exactas que hagan justica a la pasión que transmite Scorsese, en una pura lección de amor al cine.
Quim Casals
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