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Voto de Ghibliano:
9
Drama. Romance. Intriga Un escultor ciego obsesionado con la "belleza" de la piel femenina, Michio (Eiji Funakoshi), vive recluido junto a su madre (Noriko Sengoku) en un estudio lleno de reproducciones parciales o totales de mujeres. Decidido a crear su obra magna, secuestra a una bella modelo, Aki (Mako Midori), y la retiene hasta que esta accede a posar para él. (FILMAFFINITY)
8 de marzo de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada y estrenada en plena efervescencia contracultural del cine japonés, "La bestia ciega" es una de las películas más perturbadoras, indigestas y, en contraste, más absolutamente fascinantes y absorbentes que he visto. Basada en un relato corto de Ranpo Edogawa, esta historia dirigida por Yasuzo Masumura nos habla de Aki, una modelo que es secuestrada por Michio, un escultor ciego, quien pretende desarrollar con ella lo que conoce como el “arte del tacto”. Pero esta pesadilla sobre una mujer atormentada por un artista loco no es más que la superficie de este intrincado cuento sobre la sexualidad, el dominio psicológico y físico y, por tanto, las dinámicas de poder asociadas a lo carnal, que deviene en una exploración artística sobre el placer y el dolor, el éxtasis y la perversión llevados a su mayor extremo y a su punto final.

Decir que esta película es controvertida sería quedarse corto, y catalogarla de simple explotación erótica de la sumisión sería, además, injusto. El secuestro pronto deviene un juego psicológico en el que Michio priva a Aki por la fuerza de su libertad y cualquier contacto con el exterior, mientras Aki encuentra en la candidez sexual de Michio una oportunidad para ganar terreno y manipularle en sus intentos de escapar. Completando esta viciada dinámica está la madre de Michio, apoyo férreo de los planes de su hijo pero, en realidad, celosa y con miedo a que éste le sea arrebatado.

Un amor materno que en realidad más bien parece un impulso incestuoso. Una expresión artística que es la pura definición de fetichismo e invasión de los espacios más íntimos. Una apasionada historia de placer y dolor extremos surgidos de una violación. Así es "La bestia ciega". Camina siempre en los extremos, al borde de un abismo sin caer nunca en él. Es amoral y abyecta, carece de toda consideración en su búsqueda última de la esencia misma del placer y el éxtasis. Pero todo ese aparato funciona en un film que alcanza una elevada trascendencia artística y emocional.

Para esta aparente contradicción una de las claves es la excelente fotografía y escenografía, que sacan amplia ventaja de los claroscuros en el almacén en el que transcurre gran parte de la cinta, y que elevan su ya desasosegante decorado lleno de partes de cuerpos humanos esculpidos en las paredes a la categoría de horror surreal y expresionista. En un escenario en el que el sentido de la vista es casi innecesario frente a la importancia del tacto, la iluminación resulta también esencial. Particularmente en la maravillosa confusión de la persecución inicial, con Aki siendo acorralada y escapando constantemente mientras las paredes sólo se revelan parcialmente mediante la linterna que lleva Michio, de forma que la ventaja física de Aki se convierte en la manera que tiene Michio de arrinconarla y subyugarla.

Este último punto, de hecho, es bastante interesante en la medida en que cada uno de los dos protagonistas aprovecha la teórica ventaja del otro para tratar de sacar ventaja en esta lucha. No es casual que, al mismo tiempo que Michio encierra a Aki en una habitación de iluminación tenue y llena de estímulos táctiles, la forma que tiene Aki de manipular y engañar a Michio sea mediante su propia piel, embriagándole al tacto y aprovechándose de su nula experiencia con el contacto físico con mujeres para tratar de obtener su victoria, que no es otra que la huida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ghibliano
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