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Voto de Ghibliano:
9
Animación. Fantástico. Drama. Infantil En una casita oculta bajo las tablas del suelo de una mansión campestre, vive una familia de seres diminutos, de apenas 10 cm. de altura, que tienen la norma de no dejarse ver nunca por los seres humanos; sin embargo, su tranquila existencia cambia cuando Arrietty, una audaz adolescente, es vista accidentalmente por un niño que se acaba de establecer en la casa debido a su delicada salud. Al tiempo que entre ambos surge una gran ... [+]
8 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crisis por el relevo generacional en Ghibli ha supuesto un quebradero de cabeza para el estudio durante décadas, y se ha revelado como el talón de Aquiles de uno de los sellos más fiables de la animación contemporánea. Uno de los nuevos talentos que surgieron de esta búsqueda, y probablemente el más consolidado de todos ellos a día de hoy, es Hiromasa Yonebayashi, quien recientemente, tras firmar dos de los últimos largometrajes de Ghibli hasta la fecha, ha dirigido su tercera película, "Mary y la flor de la bruja", con la producción de Studio Ponoc, mostrando en ella una clara continuidad estilística con el cine de Ghibli y de Miyazaki en particular.

Yonebayashi debutó en 2010 con "Arrietty y el mundo de los diminutos", una película basada en la novela "Los incursores" de la británica Mary Norton, y que trata de una familia de personas diminutas que viven en el rincón de una casa humana y toman “prestado” todo lo que necesitan, a riesgo de tener que mudarse si son vistos una sola vez. Arrietty, la hija adolescente de la familia, se mete en problemas cuando Shou, un chico humano recién mudado a esa casa, logra verla en una de sus incursiones.

Este escenario clásico de choque entre dos mundos, en este caso el de los humanos y el de las personas diminutas, es toda una invitación a jugar con la narración visual que saca jugo al potencial de la animación como medio, y el trabajo en esta cinta da buena cuenta de ello. Los pequeños detalles de la vida cotidiana de la familia de Arrietty, que reimaginan la utilidad de objetos cotidianos al reducir la escala (el alfiler-espada, las galletas molidas para conservar en grandes sacos, la cinta adhesiva que permite escalar un armario), la perspectiva amenazante con la que perciben estos la presencia habitual de humanos en la casa y, en general, la observación que hace la película de sus distintos elementos teniendo en cuenta ambos puntos de vista, y alternando entre ellos, es por sí solo algo por lo que merece la pena verla.

Este esfuerzo de ambientación e inmersión sin embargo no se reduce a jugar con las dimensiones. Particularmente importante en una película como esta, y uno de sus mayores aciertos, es el sonido. La forma en que magnifica o reduce los ruidos y logra con ello transmitir una sensación de pura desconexión emocional entre Arrietty y Shou es una herramienta narrativa muy importante que resalta sus diferencias, la desconfianza de Arrietty y la dificultad para entender sus verdaderas intenciones. La escena de la incursión nocturna, en la que todos los elementos estéticos mencionados convergen para ofrecer una tensión genuina en ese primer encuentro, se encuentra entre las mejores secuencias del Ghibli de esta década, si no la mejor.

Pero los méritos visuales y sonoros no se reducen a resaltar el choque mencionado, y sería injusto limitarse a esa perspectiva en una cinta en la que la experiencia estética acompaña y condiciona de tal manera todos los aspectos de su narrativa. Tan esencial como los efectos de sonido es su hermosa banda sonora que evoca la calma, la nostalgia o la tensión del momento, a veces siendo incluso más elocuente su ausencia que su uso. Tan importantes como el énfasis en las dimensiones son los rayos de sol, la lluvia, el paisaje del jardín lleno de tonos verdes; también la forma detallada en que cada uno de los personajes se mueven y reaccionan ante lo que les rodea, desde la confianza y despreocupación con la que Arrietty se prepara ante el espejo para realizar la incursión hasta la estoicidad prudente de su padre que mantiene los pies en la tierra, desde los gestos débiles y sedados de Shou por su enfermedad hasta la energía infantil de Haru ante la idea de encontrar y atrapar personas diminutas.

(sigo en spoiler por problemas de espacio, sin demasiado spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ghibliano
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