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Estados Unidos Estados Unidos · New York
Voto de Lucien:
8
Ciencia ficción. Thriller. Acción Un fallido experimento para solucionar el problema del calentamiento global casi acabó destruyendo la vida sobre la Tierra. Los únicos supervivientes fueron los pasajeros del Snowpiercer, un tren que recorre el mundo impulsado por un motor de movimiento eterno. Adaptación de la novela gráfica "Le Trasperceneige", escrita por Jean-Marc Rochette y Jacques Loeb. (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Snowpiercer" es uno de esos films fáciles de encasillar a priori. Sí, ciertamente se trata de cine de acción. Sí, de tomar en cuenta el marco de la narración, daríamos por hecho de que se trata de una crítica futurista de cariz ecológico.
Sin embargo, para mí ambas lecturas solo sirven de marco a lo que de verdad es el meollo del film: una lectura tan cínica como desalentadora de la historia política. Muchos compañeros aquí en Estados Unidos se afanaban en buscar las lagunas argumentarles de la cinta: nada más fácil. Que el guión es previsible, que tal o cual giro argumental resulta forzado, etc. Nuevamente, afrontar desde esta óptica la interpretación de la película es, en mi opinión, anclarse en la superficie.

"Snowpiercer" no trata de ofrecer una visión realista de una realidad distópica. Conociendo el cine de Joon-ho, sabemos cómo se las gasta. Su tendencia hacia lo grotesco y casi surreal no es gratuito, sino que como en el teatro brechtiano apunta a una distancia entre la ficción y el espectador, una distancia que, a priori, le permita tomar la suficiente perspectiva como para ver la película como alegoría y no como mera diversión. No seré yo quien no censure la concesión del director al cine palomitero de acción en esta película en concreto. Sin embargo, no seré yo tampoco quien le reste interés a su reflexión de fondo. Allá van detalles para comprender una interpretación alegórica de la cinta:
1. Por qué un tren. El tren simboliza desde el XIX la imagen de la modernidad, entendida como progreso, como un movimiento siempre hacia adelante. La película parte de una premisa posmoderna en el sentido de que contempla la idea de progreso con escepticismo.
2. Microcosmos. La sociedad del tren representa nuestra mundo es obvio. Yo iría, sin embargo, algo más lejos. Básicamente representa la compartimentación de la sociedad neoliberal, donde una parte del globo se abastece de la mayor parte restante. Huelga añadir nada más a este aspecto.
3. La antorcha. Rinde tributo al famoso cuadro "La libertad guiando al pueblo" de Delacroix. Obviamente demarca el símbolo de la revolución. Se trata, en mi opinión, de la imagen fundamental del film. El que los creadores de la novela gráfica de origen sean franceses justifica aún más esta posibilidad interpretativa.

Hay más símbolos visibles, como las manos amputadas, símbolo de la carencia, pero también de la capacidad de sacrificio (tan distinto su significado en el cine de Buñuel o en la narrativa de Gustavo Martín Garzo), el zapato (¿será mera alegoría social o tal vez un tributo a las reflexiones heideggerianas sobre el cuadro de van Gogh?), etc.

A partir de este marco la película nos plantea una pregunta: ¿es la revolución la enseña de un cambio real o, por el contrario, obedece a las agencia preordenadas de una determinada elite? La historia política, cuando la estudiamos seriamente, no ofrece sino una abundante prueba de los más siniestros intereses. Véase la revolución francesa, orquestada por más por burguesía que por el pueblo que la ha venido a representar en nuestra iconografía; la revuelta antiesclavista americana, programada desde los sectores industrializadores con no tan santos intereses; las revoluciones de independencia, maniobradas para hacerse con el poder de la metrópolis... Y así hasta la exageración. Las revoluciones nacen de dentro y como tales no aspiran sino a modificar el orden jerárquico de un estatus quo.

Hacia esta estación de la desilusión social nos va conduciendo Bong Joon-ho poco a poco en un ir y venir de la esperanza al escepticismo. Su lectura final, a mi forma de ver un alegato antimoderno en pos del primitivismo, no me convence, pero ello no me obliga a restarle calado a una cinta cuyas preguntas, necesarias, parecen haber sido pasadas por alto.

Aviso para navegantes: la cinta es extremadamente violenta. No apta para estómagos especialmente sensibles.
Lucien
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