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Voto de El Extranjero :
8
4,8
2.927
Romance. Comedia
Doug Ireland (Michael J. Fox) trabaja como conserje de un hotel de lujo de Nueva York, y es capaz de proporcionar cualquier cosa que los clientes deseen. Durante años ha ahorrado hasta el último dólar con el fin de lograr su gran sueño: adquirir un antiguo edificio y convertirlo en un gran hotel. Para ello necesita la ayuda de contactos de Christian Hanover (Anthony Higgins), un "tiburón" de las finanzas de cuya amante, la encantadora ... [+]
7 de agosto de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
O nada parecía descabellado. Que por ejemplo Michelle Pfeiffer anunciara bañeras o que el perpetuo inquilino del ático, mafioso, le tuviera estima a un botones, perdón, conserje, y que cuyos amigos le tomaran el pelo, fingiendo que lo iban a matar.
O que en un hotel de lujo como aquel trabajara un tipo que aún le confeccionara encargos extravagantes a clientes de los años sesenta, o que a la hora de limpiar, tuviera en una aspiradora en la que rezaba Hoover (eso me ha matado) su herramienta más fiel.
Y sobre todo está la chica guapa a la que el humilde pero simpático protagonista le había echado el ojo previamente, pero que está, como no, con un tipo rico, apuesto y con clase, todo sea dicho de paso, que precisamente echa mano de nuestro protagonista para ser su recadero personal, con una promesa a la vista, de que este le financie un hotel particular. Nuestro chico obviamente se desvive, viéndose envuelto en bastantes peripecias, -algunas de ellas muy divertidas,- para complacer al boss, en lo que hay un esperado pero natural y creíble acercamiento de nuestro prota a la chica del susodicho. Lo bueno que tienen (algunas de) estas películas es que el devenir de las circunstancias es predecible desde una vista genérica pero son sucesos sólidos.
Pues bien, entre risa y risa tenemos un incipiente desenlace que se acerca y que está condicionado por el conocido dilema de recoger la recompensa por todos los servicios prestados, o de hacer un salto de cabeza practicamente suicida e ir a por todas por la chica que te gusta. Aún resultando triunfal la declaración, en cualquiera de los casos, todo no se podría tener, o el amor, o la prosperidad.
O que en un hotel de lujo como aquel trabajara un tipo que aún le confeccionara encargos extravagantes a clientes de los años sesenta, o que a la hora de limpiar, tuviera en una aspiradora en la que rezaba Hoover (eso me ha matado) su herramienta más fiel.
Y sobre todo está la chica guapa a la que el humilde pero simpático protagonista le había echado el ojo previamente, pero que está, como no, con un tipo rico, apuesto y con clase, todo sea dicho de paso, que precisamente echa mano de nuestro protagonista para ser su recadero personal, con una promesa a la vista, de que este le financie un hotel particular. Nuestro chico obviamente se desvive, viéndose envuelto en bastantes peripecias, -algunas de ellas muy divertidas,- para complacer al boss, en lo que hay un esperado pero natural y creíble acercamiento de nuestro prota a la chica del susodicho. Lo bueno que tienen (algunas de) estas películas es que el devenir de las circunstancias es predecible desde una vista genérica pero son sucesos sólidos.
Pues bien, entre risa y risa tenemos un incipiente desenlace que se acerca y que está condicionado por el conocido dilema de recoger la recompensa por todos los servicios prestados, o de hacer un salto de cabeza practicamente suicida e ir a por todas por la chica que te gusta. Aún resultando triunfal la declaración, en cualquiera de los casos, todo no se podría tener, o el amor, o la prosperidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y yo para mi diciendome: quédate con el hotel, idiota, que buena falta te hará. Luego tendrás dinero y tal y podrás hacer lo que te salga de la
Que ingenuo soy. O al menos se nota si bien he visto bastantes películas aún no las suficientes, o que no me conozco aún la fórmula. Porque estos personajes que desde un principio se te muestran que son poderosos, por mucho carisma que tengan y lo bien que te puedan caer, son siempre mala hierba o no son, al menos, de fiar. Que nada, que resulta que el fulano le quería timar a nuestro entrañable prota. Pero el tío ya había roto el acuerdo, pues se arrepintió (tarde) y prefirió a la chica y se fue tras ella. En lo que ella oyó el comentario que se le había escapado a su prometido, que decía algo de un terreno nuevo para construir un hotel que se iba a comprar... y vio que era un impresentable y nada, salió del coche y fue a por el chico que tantas veces la ha acompañado por orden de su prometido, creándose obviamente de por medio los sentimientos consiguientes para el tipo de película en el que nos encontramos. Pues nada, me dije, a dormir juntitos, pero sin un duro, la balanza se inclinó para ese lado, sentencio para mis adentros.
Y ahí es cuando de nuevo sale a relucir mi absoluto desconocimiento de la comedia romántica estadounidense, y es que resulta que ni más ni menos que al inocente, incluso algo discreto y timorato señor que frisaba la sesentena que estaba de vacaciones pernoctando en el hotel en compañía de su esposa, (una mujer que es verdad, a primera vista parece una mujer algo agria) y al que nuestro joven conserje le daba consejos de como poder entretenerla y reavivar la magia muchos años de matrimonio después, era en realidad un pez mucho más gordo que el prometido de la Anwar, y al que por error le habían llegado unos planos de la construcción de un hotel en un terreno abandonado. El tipo llama a nuestro prota y tan pancho le suelta, "habitualmente no suelo hacer inversiones tan pequeñas, pero viendo el caso no puedo resistirme".
Pero la gracia no acaba ahí, porque si esos planos le llegaron a ese hombre y no al prometido de Anwar es gracias al trasnochado empleado de la aspiradora Hoover, que de nada se entera y es muy patoso. (Al prometido de Anwar le llegó, en cambio la caja del artículo que había comprado el 'pez gordo' en compañía del protagonista en una joyería entre cuyas prácticas habituales se encuentra el contrabando de ciertos artículos, el vetusto empleado se confundió a la hora de qué era lo que había que enviar a quién.)
Y ahí está el final perfecto y feliz. Mucho enredo pero que se deshace con una naturalidad y sencillez deslumbrantes. Y con qué encanto, hasta aquella esposa malhumorada en su papel lo tenía y hacía reír, de lo marcado de la caracterización. Me gusta. Quizás porque me recuerde en algo a 'Frankie & Johnny'.
Que ingenuo soy. O al menos se nota si bien he visto bastantes películas aún no las suficientes, o que no me conozco aún la fórmula. Porque estos personajes que desde un principio se te muestran que son poderosos, por mucho carisma que tengan y lo bien que te puedan caer, son siempre mala hierba o no son, al menos, de fiar. Que nada, que resulta que el fulano le quería timar a nuestro entrañable prota. Pero el tío ya había roto el acuerdo, pues se arrepintió (tarde) y prefirió a la chica y se fue tras ella. En lo que ella oyó el comentario que se le había escapado a su prometido, que decía algo de un terreno nuevo para construir un hotel que se iba a comprar... y vio que era un impresentable y nada, salió del coche y fue a por el chico que tantas veces la ha acompañado por orden de su prometido, creándose obviamente de por medio los sentimientos consiguientes para el tipo de película en el que nos encontramos. Pues nada, me dije, a dormir juntitos, pero sin un duro, la balanza se inclinó para ese lado, sentencio para mis adentros.
Y ahí es cuando de nuevo sale a relucir mi absoluto desconocimiento de la comedia romántica estadounidense, y es que resulta que ni más ni menos que al inocente, incluso algo discreto y timorato señor que frisaba la sesentena que estaba de vacaciones pernoctando en el hotel en compañía de su esposa, (una mujer que es verdad, a primera vista parece una mujer algo agria) y al que nuestro joven conserje le daba consejos de como poder entretenerla y reavivar la magia muchos años de matrimonio después, era en realidad un pez mucho más gordo que el prometido de la Anwar, y al que por error le habían llegado unos planos de la construcción de un hotel en un terreno abandonado. El tipo llama a nuestro prota y tan pancho le suelta, "habitualmente no suelo hacer inversiones tan pequeñas, pero viendo el caso no puedo resistirme".
Pero la gracia no acaba ahí, porque si esos planos le llegaron a ese hombre y no al prometido de Anwar es gracias al trasnochado empleado de la aspiradora Hoover, que de nada se entera y es muy patoso. (Al prometido de Anwar le llegó, en cambio la caja del artículo que había comprado el 'pez gordo' en compañía del protagonista en una joyería entre cuyas prácticas habituales se encuentra el contrabando de ciertos artículos, el vetusto empleado se confundió a la hora de qué era lo que había que enviar a quién.)
Y ahí está el final perfecto y feliz. Mucho enredo pero que se deshace con una naturalidad y sencillez deslumbrantes. Y con qué encanto, hasta aquella esposa malhumorada en su papel lo tenía y hacía reír, de lo marcado de la caracterización. Me gusta. Quizás porque me recuerde en algo a 'Frankie & Johnny'.